José Blanco
Ha sido afinado una y otra vez el proceso electoral a efecto de que 
los votos cuenten y se cuenten correctamente. Esta vez acaso sólo hubo alguna 
peccata minuta muy propia de cualquier proceso electoral. Cualquier 
ciudadano podía y puede verificar en Internet que el acta de la casilla en la 
que votó es la misma que registra el PREP.
En cada reforma electoral se han debido llevar a cabo cambios en la ley para 
intentar tapar los agujeros que mostró la elección anterior y que dejaron 
terriblemente inconformes a los perdidosos. La de 2012 no ha sido la 
excepción.
Pero a estas alturas todo México sabe que las grandes 
irregularidadesno están en el proceso de elección y el conteo de los votos, sino en lo que el Movimiento Progresista llama una
elección comprada. ¿Habrá reforma capaz de impedir las presuntas atrocidades cometidas por el PRI?
El Movimiento Progresista presentó abundante cantidad y variedad de 
documentos que mostraban actos presumiblemente probatorios de inmensos fraudes 
cometidos fuera de las urnas, antes del proceso electoral y acaso durante el 
mismo. Pero si usted lee el primer indebido informe circunstanciado que el IFE 
adjuntó a las impugnaciones del Movimiento Progresista, ya podemos suponer lo 
que puede ocurrir en el TEPJF. Ese informe arrasa con las impugnaciones de las 
izquierdas: 1) no se aportan elementos de prueba para acreditar que se presentó 
la compra y coacción de votos; 2) los partidos siempre tuvieron acceso a los 
medios de impugnación; 3) se garantizó la emisión del voto de forma libre y 
secreta; 4) no se cuenta con los elementos para determinar si hubo rebase de 
topes de gastos de campaña; 5) las encuestas no son propaganda electoral; 6) no 
existe certeza de que las tarjetas Soriana y Monex fueron recibidas por los 
medios que refieren; 7) su simple existencia no revela que su entrega haya sido 
condicionada; 8) las pruebas presentadas por el Movimiento Progresista carecen 
de valor probatorio (sic)...”
Algunos articulistas servidores del poder se han entusiasmado hasta el 
champán con ese documento, sin embargo habría que tener en cuenta algunas 
disposiciones de la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia 
Electoral. El artículo 2, fracción 1, dispone que 
para la resolución de los medios de impugnación previstos en esta ley, las normas se interpretarán conforme a los criterios gramatical, sistemático y funcional. A falta de disposición expresa, se aplicarán los principios generales del derecho. Y el artículo 3, en su fracción 1 prevé:
El sistema de medios de impugnación regulado por esta ley tiene por objeto garantizar: a) que todos los actos y resoluciones de las autoridades electorales se sujeten invariablemente, según corresponda, a los principios de constitucionalidad y de legalidad; y en alusión al mismo principio, la fracción 2 dispone que el sistema de medios de impugnación se integra por, fracción b)
el recurso de apelación, el juicio de inconformidad y el recurso de reconsideración, para garantizar la constitucionalidad y legalidad de actos y resoluciones de la autoridad electoral, y la fracción d)
el juicio de revisión constitucional electoral, para garantizar la constitucionalidad de actos o resoluciones definitivos y firmes de las autoridades competentes de las entidades federativas para organizar y calificar los comicios o resolver las controversias que surjan durante los mismos.
Véase, no obstante, que el formalismo jurídico de la democracia liberal se 
lleva mal con el subdesarrollo. Es la experiencia mexicana. Esta no es una 
contienda electoral entre ciudadanos iguales frente a la ley.
La cancha en la que corren los contendientes es inconmensurablemente 
dispareja. El poder político se concentra en unos cuantos individuos, separados 
de la sociedad debido a la índole de las instituciones 
representativas; el poder económico se halla concentrado como pocos lugares en el mundo y ha logrado, ahora, mandar sobre el poder político, y a veces se confunden: remember la telebancada: el poder mediático, entre muchos espacios en que se han vuelto siameses. ¿A quién escapa que este poder de mil cabezas manda sobre la democracia? ¿Quién no sabe que la democracia liberal es el menos peor de los sistemas de conformación del poder del Estado, a condición de que exista un piso mínimo de igualdad socioeconómica? ¿Quién desconoce el racismo que impera sobre los pobres –especialmente los indígenas–, que son la mayoría de este país? ¿A alguien le falta información sobre los 5 millones de analfabetos y los muchos millones más de analfabetos funcionales? ¿nadie oyó hablar de los siete millones de ninis? ¿Son éstos los ciudadanos iguales que se enfrentan en democracia?
Es indignante ver la caradura del partidazo diciendo de AMLO que 
su verdadero fin es presionar a las autoridades electorales para condicionar el ejercicio de su función constitucional.
A la presión que ejerce el poder de la hidra mexicana sobre las instancias 
judiciales en todo momento, es preciso enfrentar la mayor movilización social 
posible.
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