El Tepache

martes, 31 de julio de 2012

Dios, ese Gran Espectador




Escrito por: Carlos A. Moreno De la Rosa


“El Universo no fue hecho a medida del hombre; tampoco le es hostil: es indiferente”.
Carl Sagan
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Leyendo un texto, un artículo publicado en el blog titulado “Enseñanza-Aprendizaje” que hablaba sobre la argumentación como participación en las prácticas científicas, giraba en torno a la eterna lucha entre la fe y la ciencia, o lo que es lo mismo entre “Ciencia y Genencia”.
La autora argumentaba (entre otras cosas) tener la “firme convicción” de ser atea.

Tener la “firme convicción” de la no existencia de Dios es igual que tener la “firme convicción” de la existencia de Dios, ambos se aferran a una ideología que por lo mismo de ser “ideología” encasilla, encierra, ata, y no libera el pensamiento, no da la opción a lo contrario.
Ahora bien, el ateo niega la “existencia de Dios” pero ¿cuál Dios? El Dios que inventaron los Judíos? o cuál de todos los dioses…  porque ya todos sabemos que si llegase a existir un “Dios” es obvio que nada tendría que ver con la mitología que nos han enseñado a creer, si llegase a existir un Dios estaría fuera de nuestras capacidades cognitivas.
Ese Dios que los exégetas, evangélicos, profetas, hermenéuticos y uno que otro teólogo nos han tratado de trasmitir no tiene nada que ver con “El Dios” al que me refiero, y el Dios al que me refiero es un Dios que está más allá del bien y del mal, que no tiene nada que ver con infierno y cielo, que no tiene nada que ver con la vida y la muerte, que no tiene nada que ver con la salvación, con reencarnación o resurrección, con liberación, con opción preferencial por los pobres, con la eucaristía, con la biblia, con el antiguo testamento, con el nuevo testamento, con las profecías, con los milagros, con la oración; el Dios que sospecho que existe no tienen nada que ver con “hacerte sentirte bien” o “rezarle en las noches” y que tiene una madre y que tiene un hijo, todas esas cuestiones antropomórficas que más que bien han deteriorado la “imagen” que pudiéramos tener de ese Dios que trasciende el castigo, el amor, la recompensa y demás simplezas humanas.
Quizá El Dios que existe simplemente es, simplemente está, sin principio ni fin, sin cargas emocionales, deja de lado los juicios de valor, es un Dios Cósmico, un Dios oceánico, un Dios inconmensurable para la mente humana que quiere entenderle y plasmar algo de lo que sospecha que es Dios.
Dios no tiene nada que ver con la salvación del pueblo judío ni con la salvación de tu vida personal ni que si te confiesas o no, ni que si tienes fe te salvarás, ni con eso de “fe con obras”. No tiene nada que ver con ir a misa los domingos y escuchar la hermenéutica de un ser humano que estudió cuatro años de teología. Dios trasciende cualquier constructo humano.
Entonces ¿qué es o quién es Dios? Dios está allí, en silencio, en la eterna contemplación, es el eterno silencio, es el eterno ser, el eterno estar, la vida misma es Dios, el Universo mismo es Dios. Dios va más allá de cualquier filosofía o constructo mental. A Dios no le podemos describir, por eso Santo Tomás de Aquino quemó gran parte de sus escritos cuando supo lo que en realidad era Dios. Por lo tanto Dios es el que está allí a perpetuidad, quieto, Dios es la Vida misma, la Galaxia, el Cosmos, el Universo, el Todo, sin sonreír, sin pensar, sin un plan para el humano… simplemente está allí.
Dios es el que Es. Dios es el que está. Nosotros los humanos somos los que vamos y venimos, o más bien, venimos y después nos vamos. Y Él se queda allí, como único y eterno espectador de ese juego tremebundo llamado vida.

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