Javier Jiménez Espriú
Inusitado, increíble, pasmoso, fuera de lugar, en fin, varias
calificativos podrían aplicarse a la participación del consejero presidente del
IFE, quien ayer, en memorable sesión, se constituyó en el oficioso
Defensor de Oficiode las encuestas del pasado proceso electoral y de su cotidiano y más conspicuo promotor, el diario Milenio.
Aunque no corresponde al IFE calificar las encuestas, su consejero presidente
se arrogó la potestad, se envolvió en la bandera de su defensa y decidió que no
influyeron en la decisión de los electores –dejando por decreto fuera todas las
consideraciones científicas de quienes de esto saben– y defendiendo con
demagógico
chantaje sentimentala los mexicanos, quienes –¡nomás eso faltaba!–,
no se dejan influirpor esas nimiedades que con cotidiano celo estampó Milenio en su portada durante 101 días, ¡sólo para informar y de ninguna manera para influir! Si de verdad eso piensa, aunque no lo creo, se demostraría que es uno de los que sucumbió a su influencia.
Todavía más, en una actitud de
no me aguanto, el consejero presidente del IFE” tomó y retomó la palabra para increpar y preguntar con irónica sorna al representante del PRD, qué opinaba del cintillo que bajo el de la elección presidencial, el “disculpante Milenio” publicaba, diariamente también, sobre la elección del jefe de Gobierno capitalino.
Yo le contesto: el sondeo sobre la elección del jefe de Gobierno, asunto
siempre más claro que el agua, fue la coartada de los encuestadores, que sí
saben hacer encuestas, para poder señalar que la de la Presidencia fue un caso
atípico de error inexplicable.
Inexplicable error que explico: Las encuestas se hicieron con gran
conocimiento de causa y gran conocimiento de la manera de hacer encuestas. Y no
sólo mantuvieron el objetivo –que era su función– de mostrar una enorme
diferencia de preferencias entre el primero y segundo lugares para inducir el
voto por el que va a ganar–le atinaron a la prelación, dice el PRI, y yo digo que cumplieron con la PRIlación–, sino que además, indujeron a la gente a pensar que entre el segundo y tercer lugares, según ellos, había
empate técnico, lo que evitaría la
tentacióndel
voto útilen contra del PRI, del contingente que agrupa, cuando menos, sin contar a quienes votaron por Monex o por Soriana, a 63 por ciento de los votantes.
¿Se ha percatado el consejero presidente que la
diferencia finalentre el primero y el segundo, de los votos contados, es la misma que entre el segundo y el tercero? También se equivocaron en el
empate técnico, qué puntería de las equivocaciones. Qué precisión, qué coincidencia.
Pero según el consejero presidente, las encuestas no influyeron en los
votantes.
El consejero presidente del IFE; mostró Usted el cobre –otros ya mostraron el
cobro–, pero Usted tiene una responsabilidad mayor, porque esas posturas y esas
pasiones incontenidas, esclarecedoras, de sus altos representantes, es lo que
conduce a que
se lleve el diablo a las instituciones.
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