#Yo soy 132 y las necesidades radicales
Hace renacer la esperanza de que otro mundo (y otro país) son
posibles
Julio Boltvinik
No piden permiso ni tienen miedo. Se atreven a marchar en
plena veda electoral; auto-constituirse en vigilantes del proceso de
adjudicación de nuevas cadenas de TV; efectuar boicots efectivos a la empresa
comercial Soriana, cómplice en la compra de votos por parte del PRI (paralizando
su funcionamiento sin cometer actos de violencia, por la vía simple de pedir la
cancelación de las compras, ya registradas, en varias cajas al mismo tiempo). La
creatividad de #Yo soy 132 incluye el uso de tácticas de resistencia civil
pacífica como el boicot a Soriana o el cerco pacífico a Televisa, que
anunciaron iniciaría ayer en la noche. La gran diferencia con otros movimientos,
incluyendo los que se le han unido en numerosos eventos (como el SME o el pueblo
organizado de Atenco), es que no defienden sus propios (y restringidos
intereses), sino un interés universal: la democracia auténtica. Como
escribió Luis Hernández Navarro este martes en La Jornada:
“#Yo soy 132 no enarbola reivindicaciones particulares. Sus exigencias
competen al conjunto de la sociedad…democratizar los medios de comunicación
electrónicos y frenar la imposición de EPN” que
son propuestas compartidas por una amplia faja de la población.
Por ello, por la auto-organización que se ha dado, como una red de organismos
parlamentarios (las asambleas de escuela) enlazadas con una asamblea general, y
la ausencia de líderes hegemónicos, se asemejan al movimiento estudiantil del
68, cuyas exigencias también eran universales. Que ambos sean movimientos de
estudiantes universitarios no es una casualidad. Ser estudiante es una condición
que reúne conocimientos, acceso a información más allá de la TV (hoy llevada a
otro nivel y velocidad por internet y telefonía celular) y la libertad enorme de
la soltería y de no haber procreado hijos. Esos estudiantes, unos años después,
casados y con hijos, tendrán miedo: actuará sobre ellos, implacable, lo
que Heilbroner llamó el látigo del hambre. Lo anterior explica una
parte de lo que Hernández Navarro destaca con agudeza:
“En la protesta anti-Peña del pasado domingo, como en ocasiones anteriores,
se respiraba la ausencia de miedo. A pesar de las campañas de
satanización en su contra, #Yo soy 132 ha desterrado de sus filas el temor
que paraliza. Este domingo, la multitud marchó, al tiempo festiva e
indignada, dispuesta a cambiar al país”.
El video #Megamarcha Mundial por #México, producido por Frank (Twitter: @pacocjc) muestra escenas de la marcha en
22 ciudades el 7 de julio contra la imposición de EPN (véase en la gráfica cómo
perdió en la suma de Edomex y DF contra AMLO). Al mismo tiempo una voz lee en
inglés (con subtítulos en español) un mensaje radical de Anonymus (red
clandestina de hacktivistas). No se aclara en ningún lugar del video si #Yo soy
132 avaló su inclusión. El mensaje permite entrelazar esta fresca y vigorosa
primavera mexicana con la primavera mundial. Y le hace a uno recordar el
significado de las primaveras de 1968 en Praga, París, México, etc. Aunque la
fuente del mensaje carece de prestigio, el siguiente pasaje se vincula con el
concepto marxiano de necesidades radicales:
La especie humana ha transitado un oscuro y sangriento camino condenando
a la gente a vivir aislada y con miedo, debido a la ignorancia… Pensando
que han frenado nuestro desarrollo racional lo suficiente, ellos no consideraron
que el verdadero espíritu humano se rehúsa a hacer reverencia siempre. Nuestra
especie ha evolucionado de una nueva forma: con sólo el poder de la cultura y la
libertad hemos reutilizado los recursos tecnológicos que nacieron de nuestros
genios y que ellos nos proveen con fines consumistas… Hoy, la revolución
pacífica se está extendiendo alrededor del mundo como un reto a los opresores
que vergonzosamente han tratado de apagar nuestro derecho a la libertad de
expresión. La información ha alcanzado una masa crítica explotando en un
crisol de voces cuyos deseos y necesidades no pueden ser cubiertos con su viejo
paradigma. Ahora, física y digitalmente interconectados formamos una
gigantesca conciencia colectiva. Quizás sus medios informativos
corporativos callan lo que está sucediendo pero ya no pueden engañarnos más.
Podrán detener temporalmente algunos puntos pero el proceso continuará
indetenible y siempre cambiante. Ahora no importa qué medidas tomen para
tratar de contraatacar. Mientras más violencia, censura y obstáculos pongan
frente a nosotros, más expondrán sus debilidades. Después de milenios de
sufrimiento nuestra especie se ha levantado y nada volverá a ser lo
mismo. El juego totalitario está terminando…estamos despiertos. La
historia, amigos, no ha terminado, empieza ahora. Aquí en México tomaremos las
calles y marcharemos… Recuerda, el cambio está sucediendo contigo o sin ti.
La gente no debe temerle al gobierno. Es el gobierno el que debe temerle a
la gente…
Compárese la frase cuyos deseos y necesidades no pueden ser cubiertos con
su viejo paradigma con las siguientes afirmaciones de los principales
intelectuales de la Escuela de Budapest: “Uno de los rasgos esenciales de la
teoría marxista de la revolución es que Marx atribuye una importancia
fundamental a las nuevas necesidades radicales que se desarrollan en el
proceso capitalista de producción y en la lucha por la transformación de las
condiciones inmediatas de la clase oprimida, pero que el proletariado no
satisface, no puede satisfacer en las condiciones dadas”. (György
Márkus, Marxismo y antropología, Grijalbo, 1973/1985). Es decir, las
necesidades radicales son necesidades que el capitalismo desarrolla
necesariamente pero que no puede satisfacer o, en palabras de Márkus:
necesidades que por su propia naturaleza rebasan las posibilidades productivas y sociales. Márkus añade: “Este problema cobra hoy una particular actualidad práctica y teórica en los países capitalistas desarrollados. En estos países ha quedado rebasada para grupos básicos de trabajadores la situación de la revolución del hambre. Éste es el centro de las discusiones sobre la ‘nueva clase obrera’ desarrolladas ante todo en Francia e Italia”.
P.A. Rovatti (autor del prólogo al libro de Agnes Heller, Teoría de las
necesidades en Marx, Ediciones Península, 1978/1986, Barcelona) concluye
que la tentativa de Heller de lectura de Marx a través del problema de las
necesidades representa una novedad teórica: el redescubrimiento en Marx (sobre
todo en los Grundrisse) de las necesidades radicales como nivel
subjetivo, pero factual, determinado históricamente, de las contradicciones del
capitalismo avanzado, del problema de la constitución de una conciencia
revolucionaria adecuada. Heller (Ibid., pp.180-181) dice al respecto:
Puede afirmarse que masas cada vez mayores de hombres están
insatisfechas, se sienten perdidas en un mundo en el que sólo existen
necesidades cuantitativas y buscan espontáneamente una forma de vida que se
sustraiga a su dominio. Cuando numerosos grupos de jóvenes, y los mejores de
ellos, abandonan el sistema de prestigio y de valores de sus padres…; cuando
masas de estudiantes, de nuevo los mejores, abandonan las universidades por
motivos similares; cuando nuevas estructuras familiares se multiplican,
asumiendo formas comunales, todo ello manifiesta que se ha desarrollado la
necesidad de transformar la estructura de necesidades existentes, [lo que]
viene a significar que un movimiento de comunidades que desarrolle
necesidades radicales ya no constituye, o al menos no necesariamente, una
utopía”.
El mensaje de Anonymus muestra que en México y el mundo, las
necesidades radicales se están desarrollando haciendo posible la transformación
del mundo.
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