Escrito por: Adolfo Huerta Alemán
“Estoy muy identificada con el olor de la muerte”.
Kathy Reichs su novela Testigos del Silencio. Ed. PLANETA 1997.
.
I
Creía en la felicidad, en más de una de ocasión me siento preñada, tengo un empleo trivial que me mata cada día. Tengo heridas que no me he atrevido a sanar. He tardado, más de cuarenta años en aceptar que soy infeliz, soy una ordinaria, mis prejuicios rigen mí vida, soy una obtusa.
La existencia me asfixia, poco a poco, como si estuviera en una pecera, de esas para pececillos antisociales, me llega el agua hasta los ojos, casi me ahoga, es la vivencia diaria, la vida es una asesina, por qué, no habría de ser así.
Todos nos han engañado, comenzando por mis padres, el gobierno no nos representa, que se vaya a la mierda el nuevo PRI, no le creo.
La iglesia también, ha sido una trapacera, es una institución muy rígida y autoritaria, se nos ha hecho creer en una fe administrada desde arriba, y las estructuras psíquicas de ese grupo de individuos, que por autodefinición pretende representar de modo especial una supuesta Iglesia de Cristo, es decir la jerarquía, los que se autonombran administradores de la fe, son más bien funcionarios, que determinan una realidad oculta tras la fachada, las Iglesias y las religiones, no son, sino, un sistema patógeno que requiere y genera estructuras neuróticas en las personas, torciendo el verdadero mensaje humanitario y liberador de sus fundadores.
II
¿Habría que elegir una vida tranquila, ordinaria y feliz?
III
Lo único que me ha permitido vivir y hacer de mi mediocre existencia, algo fuera de lo común, es hacer esculturas de plastilina. Desde los cinco años, me ha fascinado jugar con la plastilina, nunca me gustaba ser la mamá en los juegos tontos con mis primas, y terminé siendo una de ellas.
Porque ni siquiera, mi matrimonio fallido, le dio un significado a mi existencia simple y aburrida. De ese matrimonio, tuve tres hijos, ya ninguno vive conmigo, todos se han ido de mi casa, han desaparecido a continuar su felicidad.
Me encuentro sola, viviendo pensando en el pasado siempre fue mejor, sin atreverme a cerrar círculos de mi pedigüeña existencia y no ser yo misma, vivo con la imagen que creen que soy para los demás. Ahora me la paso horas y horas en el Facebook.
IV
De vez en cuando, ella se burla, de alguien que le manda mensajes a su teléfono móvil, mensajes bonitos y llenos de amor; ella diría: mensajes cursis y falaces. En su soberbia, ella cree, que todas las mujeres tienen quien les mande mensajes a sus celulares.
Había transcurrido buen tiempo que la inspiración no le sorprendía.
V
Cuando le vi por primera vez, me gustó, tenía mucho tiempo, desde mi divorcio que nadie despertaba mis sentimientos y pasión, tal vez, cautericé mi sensibilidad, me habrían hecho creer que el matrimonio era para toda la vida, tal vez sí, pero cuando eliges a la persona correcta, en mi caso no fue así, nada más me casé para que sacara tres hijos el donador, porque ni siquiera me animo a llamarle ex marido.
No recuerdo cuando fue la última escultura de plastilina que hice, pero cuando le vi a él, me llegaron las ganas, cual si fuera un orgasmo, que últimamente no sé cómo se siente uno de ellos. Me volvió la imaginación para crear otra escultura. Son muy especiales para mí. Mis creaciones, no a cualquiera le regalo una de mis esculturas, no sé si sea mí ego, o porque las considero únicas, es mí arte, y no son como esas copias baratas de origen chino. Aunque no sea reconocida como una artista plástica, valoro mucho mis creaciones, pues me hacen sentir viva y única.
Cuando rompí el hielo con él, al otro día le invité a almorzar, fue allí donde le di mi escultura. Le sorprendió, pero fui la más asombrada, pues tenía más prejuicios moralinos que mi abuela tradicionalista católica y romana.
Lo primero que me dijo es, que mi escultura era pornográfica, se me esfumó hasta la sangre de mi menstruación en ese momento, casi se la aviento en su cara. Me calmé, y traté de ser inteligente como mujer que soy, le expliqué el significado de dicha escultura, no tendrías que ser muy hábil mentalmente, para captar la imagen.
La escultura es un desnudo, la plastilina el color que elegí, fue blanca. Representa a un hombre de pie, como si estuviera alejándose y una mujer en posición casi de rodillas, pero no en forma de súplica, sino como entregándose a él, eso era todo. A eso, él le llamo vulgarmente pornográfico, y pensé que tenía prejuicios, pero él, si que tiene más prejuicios que mi tía, la que me amarraba las manos en misa, para no estar haciendo monitos de plastilina, en el sermón aburrido del cura de la parroquia.
Empero, terminó aceptando mi escultura, pensé ingenuamente que le tomaría cariño y que la tendría en su cuarto.
VI
No sé, si estaba ya escrito o es el destino maldito, terminé en una ocasión almorzando en la casa de sus papás. Fue cuando el papá de él, me llevo a su lugar predilecto, que es su bodega donde guarda sus secretos y cosas inservibles.
VII
Una piensa que ha vivido lo peor de su vida cuando la abandonan por una más joven que una, pero no, hay cosas peores.
VIII
¡No podía creer lo que había allí en esa bodega!
IX
Era mí escultura que había creado con tanto amor y pasión, que ya no creía en esos sentimientos, habían resucitado con él, y se lo traté de dar en una de mis esculturas. Estaba allí en el suelo, llena de polvo, tirada sin ningún valor. Me llené de rabia, haría una escena ¡No! Mejor lo voy a invitar a cenar a mi casa.
X
Ella, una vez más, en su medianía existencia, se había atrevido a creer en el amor por él y le hizo una escultura. En su ingenuidad no sabía ella, que esa escultura, la haría tal vez, inmortal, o la empujaría a romper con sus prejuicios por primera vez.
XI
Cenando con él, le pregunte por la escultura que le regalé, casi se le atora el pedazo de carne asada a la plancha en su garganta. Sus ojos me evitaron como si estuviera el mismo Hijo de Puta de Dios frente a él. Ya estaba muy enojada, eso se nota verdad, ya había tomado la decisión, pero algo en mi interior me decía que escuchara su versión, tal vez, le perdonaría.
No daba crédito a lo que oía, era el argumento más estúpido que había escuchado en mi existencia, ni siquiera un niño daría eso como una verdad.
Tranquila me puse atrás de él, como conciliadora, para darle confianza de haber creído en su mentira. Ya cargaba con un bisturí de mi ex esposo, pues, es médico de profesión. Fue cuestión de segundos, para enterrárselo en el cuello y abrir su garganta, para dar con su vena yugular, dejar escapar su alma con toda su sangre. La sangre lleno todó el plato donde estaba la cena, parecía parte del menú. Poco a poco, se fue desinflando su gran cuerpo.
La carne se la di al perro, comió casi por dos semanas, eso le va bien, pues el pobre se aburría de comer alimento para animales caninos. Aunque, después de eso, se murió el perro, no sé, si fue la carne del maldito mal parido, o porque no estaba acostumbrado a comer carne tan seguido.
Los huesos se los di a mi ex pareja, para que los donara a la facultad de medicina. Con sus cabellos largos, los regalé a una Iglesia, y se los pusieron a una imagen de la virgen María Patrona de las Dejadas.
XII
Lo que utilicé, fue la grasa de su cuerpo y la sangre, para crear mi nueva obra.
XIII
Mira, que la existencia, en más de una ocasión te juega bromas, lo que nació de esa rabia y de ese asesinato, si lo pueden llamar así, pues para mi, fue hacer justicia y un favor a la sociedad, para borrar de la faz de la tierra, alguien que no sabe valorar el verdadero arte.
Mi nueva creación está de gira, en una serie de museos de arte contemporáneo del país, y próximamente estará en el extranjero. Ahora soy una artista plástica reconocida y famosa, después de todo, tendré una casa preciosa, con una gran sala para trabajar mis nuevas esculturas, con una amplia biblioteca que albergue mis numerosos libros, con un jardín precioso.
“parecía la momia de una jovencita. Interiormente, hacía mucho tiempo que estaba muerta”.
Patrick Süskind su novela El Perfume Historia de un Asesino. Ed. Seix Barral 1985.
@GofoAutor
No hay comentarios:
Publicar un comentario