Elección comprada: el escándalo Peña Nieto-Soriana
Rosalia
Vergara
Con el “árbitro” electoral reducido a un mero ente legalista que cuando
no es omiso actúa con lentitud y autocomplacencia, el caso de la escandalosa
compra masiva de votos que se le atribuye al PRI mediante las tiendas Soriana
pone de nuevo en entredicho al IFE y la legitimidad misma del proceso electivo
nacional. La magnitud de lo que muestran las numerosas evidencias no sólo
concitó la impugnación lopezobradorista, sino que incluso le devolvió la voz al
presidente Felipe Calderón y a la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota,
quienes en un primer momento validaron la elección del 1 de julio y el triunfo
de Enrique Peña Nieto y ahora denuncian la inequidad del proceso.
El coordinador de campaña de Andrés Manuel López Obrador, el senador Ricardo
Monreal, consideró los comicios del 1 de julio como “los más sucios” de la
historia electoral mexicana, y su calificación se halla confirmada en la
denuncia de la izquierda contra el candidato presidencial priista Enrique Peña
Nieto (EPN) por rebasar los gastos de campaña; el escándalo de los 56 millones
de pesos no pagados por el equipo del mexiquense al Grupo Financiero Monex bajo
el acuerdo de posicionar su imagen; los convenios millonarios otorgados por
gobernadores priistas al Grupo Soriana para repartir miles de tarjetas con el
fin de comprar millones votos; la aportación de dinero de particulares, y un
paquete de 37 facturas y tres listados del Grupo Financiero Monex por un monto
de 240 millones de pesos, con el registro de “recompensas corporativo carga de
saldos prepago”.
Así terminó la Operación maletas, como fue llamada la estrategia
detallada por la reportera Jesusa Cervantes en Proceso 1860,
del 24 de junio, donde dio cuenta de estos tipos de “promoción” del voto a favor
de Enrique Peña Nieto.
La triangulación de recursos estuvo en buena parte a cargo de
empleados de la educación y maestros, así como de militantes priistas, porque
al PRI le preocupaba el resultado de los comicios sobre todo en seis entidades:
Jalisco, Guerrero, Puebla, Veracruz, Tabasco y el Distrito Federal.
En entrevista con Proceso, Monreal manifestó: “El problema
no está en el conteo de votos, sino en el compreo de votos. Hubo una
campaña sucia, no hubo equidad, no hubo profesionalismo, no hubo objetividad del
Instituto Federal Electoral. Fue incluso la más sucia en la historia del país,
pero, además, de un cinismo y de una corrupción que quieren hacer parecer como
normales o que aceptemos como normales.
“Fueron tres operaciones: la de los 4 millones de tarjetas Soriana
prepagadas, la de Monex, y la alineación de las encuestadoras para favorecer la
imagen de Peña Nieto”, resaltó Monreal. (Con información de Jenaro
Villamil)
(Extracto del reportaje que se publica esta semana en la revista
Proceso 1862, ya en circulación)
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