Ricardo Andrade Jardí
Mientras los jóvenes del YoSoy132 discuten las acciones propuestas por la Convención Nacional contra la Imposición, discusiones que son parte de su juventud, pues muchos de ellos no tienen idea de la brutalidad que significa tener al PRI Gobierno como enemigo, menos aún de las atrocidades de las que es capaz Televisa con la fobia de sus odios. El espíritu pacifista del movimiento estudiantil YoSoy132 es un acierto, pero la certeza no debe cegar la realidad que se presenta con toda su violencia, no se pueden hacer revoluciones, por más pacíficas que sean, sin romper un par de vidrios,
en el caso de México, además se antoja el derrumbe de una que otra institución que no pueden formar parte de un nuevo México y menos aún de otro país posible. Revolución quiere decir transformación, no se puede pretender cambiar una realidad siniestra dejando los cimientos que hacen de esa realidad lo que es. Toda revolución debe iniciar por cambiar el rostro a las ciudades y pueblos por donde ésta pase; los artistas plásticos, por ejemplo, deberían estar a la vanguardia de la revolución que requiere popularizar sus demandas más allá de las redes sociales y ahí las enseñanzas históricas del Frente de Unidad Popular de Chile tendrían que ser un ejemplo: “si ellos tienen los medios de comunicación, nosotros tenemos los muros de las ciudades”; cambiar la monotonía del color, por la explosión de ideas, imágenes y colores, es un principio que toda revolución pacífica debería considerar, primero porque nuestras reglas no pueden seguir siendo las reglas que son urgentes de cambiar, no podemos seguir pensando que ciertos actos urgentes, son actos que “afean la protesta”, que “son provocativos” o que “ofenden a otros”. Mientras los jóvenes del YoSoy132 discuten las acciones propuestas por la Convención Nacional contra la Imposición, discusiones que son parte de su juventud, pues muchos de ellos no tienen idea de la brutalidad que significa tener al PRI Gobierno como enemigo, menos aún de las atrocidades de las que es capaz Televisa con la fobia de sus odios. El espíritu pacifista del movimiento estudiantil YoSoy132 es un acierto, pero la certeza no debe cegar la realidad que se presenta con toda su violencia, no se pueden hacer revoluciones, por más pacíficas que sean, sin romper un par de vidrios,
Basten las declaraciones diazordacistas de los senadores y del dirigente nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, para comprender que la violencia se derrama por los poros de los corruptores del PRI. Ellos, los que han hecho cínicamente su alianza con la telebasura, que han derramado millones de recursos públicos para corromper y comprar voluntades, pretenden imponer por medio de amenazas (por ahora) el orden y silencio. El PRI junto a los intereses de la oligarquía buscan violentar todo el país, pues de otra manera no podrán legitimizar, lo que de entrada no puede ser legitimizado. El espiritual pacifista no debe ser un acto de ingenuidad frente a un enemigo que como la humedad todo lo corrompe, todo lo destruye, acaba con todo...
El éxito de la revolución pacífica sólo será posible en la medida en que la idea de pacifismo no se convierta en una acotación opresiva de auto censura y división interna, pues ellos no censurarán la inmoralidad de sus actos y sin embargo ya han iniciado todo un reacomodo, para que, de lograr la imposición del candidato tricolor, se legalice la persecución a la disidencia, persecución que no será para nada “pacífica”. Atenco es un ejemplo de las formas usadas por el PRI para reprimir.
La firma del ACTA, con lo que se pretende censurar las redes sociales fuera de su control por el embajador de México en Japón, representante del gobierno ilegítimo de Fecal, pero que no representa, bajo ninguna forma al pueblo de México, se atribuye la facultad de firmar un acuerdo internacional promovido por los yanquis para que la información de Weekileaks que revela sus mañas, traiciones e intervenciones en la política interna de un centenar de países, no se hagan públicas y la traición del caballerito genocida de Los Pinos al retirar, dos o tres días después, del cochinero electoral del 1 de julio, la Ley de víctimas, son dos pasos fundamentales para garantizar que la resistencia civil no pueda tener ni instrumentos de difusión masiva ni leyes que impidan que el presunto asesino colombiano, que el niño Televisa propone como asesor de seguridad de su gobierno de imposición, viole los derechos de todos en nombre del “orden” que el gran hermano pretende para México.
Es importante que todos los actores en la resistencia civil entiendan que sólo hay dos caminos, el de la imposición o el del Despertar Ciudadano que no permita la toma de protesta del candidato de Televisa. Lo primero “será la noche sin fin, la tortura del alma, la censura de las ideas y la decadencia de la cultura”. Lo segundo es la posibilidad de construir un México bien diferente. Un México de justicia y dignidad para todas y todos. Son dos opuestos enfrentados. Por un lado la inercia violenta de la continuidad de la corrupción del México neoliberal desde el trono del poder burgués o la transformación del mundo sin tomar el poder.
Lo que el movimiento de resistencia civil y muy especialmente el movimiento estudiantil YoSoy132 debe tener claro es que, más allá del espíritu pacifista de estos movimientos, el enemigo ni es pacífico ni es legal, por lo que el movimiento civil debe asumir ese hecho y sin renunciar a su pacifismo estar listo para resistir la violencia que ellos pretenden ejercer ante la falta de razón de sus inmorales actos. Resistencia que se verá obligada a romper un par de vidrios, pintar un millar de muros y tomar espacios públicos o privados para frenar abusos y poder ser escuchados.
La telecracia quiere sangre y el “nuevo” PRI sabrá ofrecérsela como pago de las facturas de la perversa alianza con la que pretenden cerrar la vía electoral a la urgente transformación del país.
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