El Tepache

martes, 3 de julio de 2012

El Correo Ilustrado


México perdió
Mi derecho a decir estas palabras lo da la experiencia. Estuve en la votación de Juan Andrew Almazán y salí a la calle con mis tíos armados.
México perdió, ganaron Estados Unidos, Calderón y Josefina, Rajoy, la gobernadora de Arizona y la de Alaska. Ganaron los bancos y las empresas españolas que reconstruyen en México la época colonial para mandar a España el Quinto Real. Ganaron los asesinos de los 50 mil muertos de la guerra de Calderón.


El discurso de Peña Nieto para anunciar su triunfo es una pieza de la burocracia agradecida. No es un ideólogo, no es un estadista, y la acción de ese momento recordó una escena de El Padrino. 
El voto a López Obrador es amoroso, de convicción y esperanza, por eso sabe que él ganó y perdió México. El otro voto es el de la corrupción y la maquinaria eficiente; el sufragio frío, el del poder y el dinero, en el que Televisa, paso a paso, ha ganado con su telenovela de locutores que informan. Una cuña en contra de la soberanía y el desarrollo.
No podrá ganar López Obrador. La sociedad está cómoda, los pobres no quieren riesgos. Hasta muchos de los que se muestran como amigos y compañeros votan por el PRI. También tienen sus ambiciones… Éramos ilusos quienes en algún momento pensamos que podría ganar López Obrador. En esta votación triunfó la mercadotecnia del voto, el establishment. La corrupción abajo, gracias a la cual puede haber arriba la gran corrupción.
Ganaron Marín, Ciro, Brozo, Denisse, Adela… y la profesora, aunque no lo advierta Quadri. Ganaron los de Tercer grado. No hay duda de que el conteo de votos es correcto. Ahora la lucha es larga: organización, educación, patriotismo, claridad ideológica, perseverancia y paciencia…
Federico Silva
Carta a López Obrador
Querido Andrés: como en 2006, es necesario preguntarnos: ¿cómo hacer valer la fuerza política de nuestros votos en una elección viciada desde el origen?
La respuesta la ha dado el movimiento democrático del país durante y mucho antes de la campaña: no permitir la profundización de las salidas autoritarias frente a la larga crisis nacional. En este caso implica reconocer los resultados electorales bajo protesta y con la condición de aprobar por consenso, entre otros temas de la agenda político-legislativa: apertura de los medios electrónicos, reforma laboral democrática, reforma hacendaria integral, no a la privatización de Pemex, estrategia contra el crimen organizado con respeto a los derechos humanos, y reconocimiento a los Acuerdos de San Andrés.
Si en 2006 fue grave permitir que desde su tercer lugar el PRI actuara como segunda fuerza, hoy sería trágico que la historia se repitiera con el PAN como protagonista. Si bien la legalidad de un gobierno la otorga la mayoría de votos, en una elección torcida por el poder de la televisión y el dinero, su legitimidad depende del acuerdo de un pacto social transparente y democrático que coloque en el centro el bien común. 
Ese tendría que ser el principal compromiso del próximo presidente de la República y el objetivo de la más importante fuerza de oposición. Para lograrlo es imprescindible no desgastar la fuerza política de nuestros votos. El tiempo cuenta.
Rosa Albina Garavito Elías

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