México perdió
Mi derecho a decir estas palabras lo da la experiencia. Estuve en la
votación de Juan Andrew Almazán y salí a la calle con mis tíos armados.
México perdió, ganaron Estados Unidos, Calderón y Josefina, Rajoy, la
gobernadora de Arizona y la de Alaska. Ganaron los bancos y las empresas
españolas que reconstruyen en México la época colonial para mandar a España el
Quinto Real. Ganaron los asesinos de los 50 mil muertos de la guerra de
Calderón.
El discurso de Peña Nieto para anunciar su triunfo es una pieza de la
burocracia agradecida. No es un ideólogo, no es un estadista, y la acción de ese
momento recordó una escena de El Padrino.
El voto a López Obrador es
amoroso, de convicción y esperanza, por eso sabe que él ganó y perdió México. El otro voto es el de la corrupción y la maquinaria eficiente; el sufragio frío, el del poder y el dinero, en el que Televisa, paso a paso, ha ganado con su telenovela de locutores que
informan. Una cuña en contra de la soberanía y el desarrollo.
No podrá ganar López Obrador. La sociedad está cómoda, los pobres no quieren
riesgos. Hasta muchos de los que se muestran como amigos y compañeros votan por
el PRI. También tienen sus ambiciones… Éramos ilusos quienes en algún momento
pensamos que podría ganar López Obrador. En esta votación triunfó la
mercadotecnia del voto, el establishment. La corrupción abajo, gracias a la cual
puede haber arriba la gran corrupción.
Ganaron Marín, Ciro, Brozo, Denisse, Adela… y la profesora, aunque
no lo advierta Quadri. Ganaron los de Tercer grado. No hay duda de que
el conteo de votos es correcto. Ahora la lucha es larga: organización,
educación, patriotismo, claridad ideológica, perseverancia y paciencia…
Federico Silva
Carta a López Obrador
Querido Andrés: como en 2006, es necesario preguntarnos: ¿cómo
hacer valer la fuerza política de nuestros votos en una elección viciada desde
el origen?
La respuesta la ha dado el movimiento democrático del país durante y mucho
antes de la campaña: no permitir la profundización de las salidas autoritarias
frente a la larga crisis nacional. En este caso implica reconocer los resultados
electorales bajo protesta y con la condición de aprobar por consenso, entre
otros temas de la agenda político-legislativa: apertura de los medios
electrónicos, reforma laboral democrática, reforma hacendaria integral, no a la
privatización de Pemex, estrategia contra el crimen organizado con respeto a los
derechos humanos, y reconocimiento a los Acuerdos de San Andrés.
Si en 2006 fue grave permitir que desde su tercer lugar el PRI actuara como
segunda fuerza, hoy sería trágico que la historia se repitiera con el PAN como
protagonista. Si bien la legalidad de un gobierno la otorga la mayoría de votos,
en una elección torcida por el poder de la televisión y el dinero, su
legitimidad depende del acuerdo de un pacto social transparente y democrático
que coloque en el centro el bien común.
Ese tendría que ser el principal compromiso del próximo presidente de la República y el objetivo de la más importante fuerza de oposición. Para lograrlo es imprescindible no desgastar la fuerza política de nuestros votos. El tiempo cuenta.
Ese tendría que ser el principal compromiso del próximo presidente de la República y el objetivo de la más importante fuerza de oposición. Para lograrlo es imprescindible no desgastar la fuerza política de nuestros votos. El tiempo cuenta.
Rosa Albina Garavito Elías
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