Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
No debe ser fortuito que a medida que se acerca el fin del “gobierno” de Felipe Calderón arrecien los hechos de violencia inexplicable. Se trata de una vieja táctica fascista orientada a crear miedo en la población con el fin de inmovilizarla, evitar que se organice para luchar por sus derechos más elementales, mismos que son conculcados por el grupo en el poder. En las últimas semanas son cada vez más frecuentes esos ataques absurdos, que se trata de justificar diciendo que los perpetra la delincuencia organizada.
Apuntes
No debe ser fortuito que a medida que se acerca el fin del “gobierno” de Felipe Calderón arrecien los hechos de violencia inexplicable. Se trata de una vieja táctica fascista orientada a crear miedo en la población con el fin de inmovilizarla, evitar que se organice para luchar por sus derechos más elementales, mismos que son conculcados por el grupo en el poder. En las últimas semanas son cada vez más frecuentes esos ataques absurdos, que se trata de justificar diciendo que los perpetra la delincuencia organizada.
Esos grupos, evidentemente delictivos, surgen aprovechando las
condiciones de descomposición, no actúan por su cuenta. Es evidente que
hay toda una estrategia detrás de estos hechos, que alarman y preocupan a
una sociedad deseosa de que haya paz. Los poderes fácticos se encargan
de echar gasolina al fuego, engañando a la población al decir que la
delincuencia organizada forma parte de los grupos “sediciosos” que no
quieren que México viva con estabilidad, los mismos que buscan que
nuestro país se inserte en el grupo de naciones “comunistas” enemigas de
la religión y la familia, quienes quieren despojar de sus escasos
bienes a la población más pobre.
Es absurdo tal razonamiento, pero desgraciadamente hay gente que cae en
el garlito. Ya sólo falta que Josefina Vázquez Mota diga abiertamente
que Andrés Manuel López Obrador quiere acabar con el país de la mano de
la delincuencia organizada. No lo ha hecho porque tendría que
demostrarlo, y se pondría en evidencia que quienes han favorecido la
presencia de grupos delictivos en el país han sido los gobiernos
panistas, de los cuales ella quiere ser “diferente”. ¿No ha sido en el
actual sexenio que la violencia en el país alcanzó niveles inéditos,
inimaginables en el pasado?
Todos los especialistas en el tema de la violencia han coincidido en que
la estrategia seguida por Calderón en su “guerra” contra la
delincuencia organizada, ha sido equivocada en todas y cada una de sus
fases. Los resultados a finales de sexenio así lo patentizan. Según el
inquilino de Los Pinos, los índices de violencia han descendido 12 por
ciento en los últimos meses, como lo aseguró a un diario estadounidense.
Sin embargo, la realidad lo desmiente, pues ahora el fenómeno es mucho
más grave, porque se realiza con más saña y con armas más mortíferas,
con la finalidad que impacte más a la opinión pública.
Ahora Enrique Peña Nieto contrató al general colombiano Óscar Naranjo,
como asesor externo en seguridad pública, quien llevó a cabo una
importante labor policíaca en su país, asesorado por elementos
estadounidenses. Cree el abanderado priísta que con ello podrá convencer
a los poderes fácticos de que así va a terminar con el problema de la
violencia. Vale decir que se equivoca, que ese no es el camino, al menos
no el único. El militar colombiano habrá realizado una tarea muy eficaz
en su país, pero porque se dieron las condiciones luego de treinta años
de combatir a los cárteles del narcotráfico, con un apoyo
estadounidense que lesionó la soberanía de Colombia. Aquí sería muy
diferente, porque la raíz del problema no es de índole policial, sino de
una profunda descomposición del tejido social.
Es muy claro que el binomio PRI-PAN no tiene más proyecto que el de
apuntalar los privilegios de la oligarquía, y si para ello es necesario
que haya un clima de violencia exacerbada, pues no queda de otra que
contemporizar con organizaciones delictivas como Los Zetas. Eso es lo
que harían, seguramente, tanto Peña Nieto como Vázquez Mota, en tanto
que tal forma de vida es parte consustancial del modelo neoliberal, como
está plenamente demostrado en el mundo. Es el ejemplo más claro del
dicho que dice: “A río revuelto, ganancia de pescadores”. Mientras más
zozobra hay en una sociedad, mejores condiciones existen para que se
hagan grandes negocios, siempre en beneficio de quien tiene más
recursos.
No debe sorprender que sea Veracruz la entidad federativa que tiene el
primer lugar en el número de asesinato de periodistas, pues es donde
coexiste una mafia delictiva con el poder político, como ha sido
denunciado ampliamente. Mientras subsista tal realidad, sale sobrando
que se contrate incluso a un “súper héroe” como asesor, pues nada podría
hacer si desde las más altas esferas del poder se protege a grupos
delictivos porque así se obtienen mejores beneficios mutuos. ¿Acaso se
necesita alguna explicación para saber por qué se quedan impunes esos
crímenes?
(guillermo.favela@hotmail.com)
(guillermo.favela@hotmail.com)
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