El Tepache

lunes, 15 de abril de 2013

México SA


CCE: lágrimas de cocodrilo
Coparmex: ni un paso atrás
IMSS: finanzas desnutridas
Carlos Fernández-Vega
A la hora de los discursos son los primeros en aplaudir las iniciativas gubernamentales en materia fiscal, porque impulsarán el progreso del país, pero a la hora de la hora son veloces y contundentes en exigir que los cambios tributarios propuestos se apliquen a todos, excepto a sus agremiados. Así es: al menor indicio de que algún energúmeno pretende modificar sus privilegios y reordenar la desequilibrada carga impositiva en el país, los organismos cupulares del sector privado de inmediato amenazan con huelga de pagos al SAT y chantajean con un fuerte crecimiento de la informalidad si se llega a esos extremos.

Es el viejo truco de hágase la voluntad del señor, pero en los bueyes de mi compadre, porque en los hechos la huelga fiscal y el vertiginoso crecimiento de la ocupación informal con la que de nueva cuenta amenaza la cúpula empresarial ha sido su práctica desde hace muchos años, y mientras más grande sea el corporativo, mayor la evasión y/o elusión tributaria. Y qué decir del crecimiento de la informalidad, que a estas alturas arropa a 60 por ciento de la población ocupada, o lo que es lo mismo, 30 millones de mexicanos.
La nueva rabieta cupular es resultado de la iniciativa de reforma a la Ley del Seguro Social que presentó la bancada priísta en la Cámara de Diputados, con el fin de combatir la evasión y elusión fiscal de los patrones, entre cuyas prácticas sobresale la de registrar a sus trabajadores (cuando lo hacen) con menores salarios a los realmente percibidos, con el fin de reducir a su mínima expresión el pago de cuotas al IMSS, al que por ley están obligados.
La propuesta priísta busca reformar los artículos 27 y 32 de la Ley del Seguro Social, con el fin de homologar el salario base de cotización de las cuota obrero-patronales que se pagan al IMSS con el reportado a la Secretaría de Hacienda para el pago del impuesto sobre la renta (ISR), pues se considera que hay empresas que declaran cifras distintas a cada dependencia. Se trata, pues, de erradicar la práctica de simulación. Lo anterior, desde luego, sin considerar las que abiertamente evaden al fisco.
Ese es el punto, pero más tardó la bancada tricolor en presentar dicha iniciativa que las cabezas visibles del Consejo Coordinador Empresarial (Gerardo Gutiérrez Candiani) y de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Juan Pablo Castañón) en poner el grito en el cielo y quejarse amargamente, porque es muy difícil que siempre les estén exigiendo a los mismos, es decir, a los mismos que a la primera provocación evaden o eluden las cuotas patronales al IMSS, y otros impuestos.
Lágrimas de cocodrilo de por medio, la versión de las citadas cabezas visibles es que tal iniciativa sólo es “un mejoral a un moribundo, cuando se requiere una reforma integral para ampliar la cobertura y eficiencia de la institución, vinculada a la reforma hacendaria prevista para el siguiente semestre. De aprobarse dicha propuesta (la relativa al IMSS) se corre el riesgo de que las empresas dejen de pagar prestaciones como bonos de puntualidad, asistencia, productividad o vales de despensa y para restaurantes. Los trabajadores van a perder más, advirtieron Juan Pablo Castañón (solicitamos que las cosas queden como están) y Gerardo Gutiérrez Candiani, dirigentes de la Coparmex y del CCE, tras reunirse con sus homólogos de otros organismos privados para definir una estrategia conjunta contra iniciativas de los poderes Ejecutivo, Legislativo e incluso del Judicial que les afectan… Simplemente estamos pidiendo que todos pongan lo que corresponde”, según dijeron (La Jornada, Susana González y Andrea Becerril).
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El presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Gerardo Gutiérrez, en imagen de archivoFoto Cristina Rodríguez

Sin duda, el IMSS registra una delicada situación financiera, pero no es casual. De acuerdo con estimaciones del propio instituto, la evasión por pago de cuotas patronales se aproximaría a 30 por ciento, que en líquido equivale, más o menos, a 50 mil millones de pesos anuales. A lo anterior se suma la añeja práctica de registrar salarios inferiores a los realmente percibidos por los trabajadores, con lo que la cuota a pagar, automáticamente, resulta menor a la que realmente debe cubrirse.
Por si fuera poco, las empresas de outsourcing hacen muy bien su chamba y evaden sus obligaciones fiscales, sin que la autoridad gubernamental haga el menor esfuerzo para evitarlo. La de por sí reducida generación de empleo formal va en descenso, mientras la ocupación informal registra todo lo contrario, con el subsecuente impacto en las finanzas del IMSS y, desde luego, en el bienestar de los trabajadores. Y de cereza, el gobierno federal toma prestada parte de las cuotas obrero-patronales para cubrir algunos huecos financieros. Sería imposible que, con lo descrito, el IMSS reportara una envidiable salud financiera.
Parte fundamental en el drama financiero que vive el Instituto Mexicano del Seguro Social es la mínima generación de empleo formal en el país; a menor empleo formal, menor captación de recursos por parte del IMSS. La información oficial revela que en los dos sexenios panistas apenas se crearon 3.4 millones de plazas formales (eventuales 27 por ciento de ellas), contra una demanda real superior a 12.5 millones de puestos de trabajo, de tal suerte que el déficit de empleo formal (sólo con Fox y Calderón) fue de 9 millones de plazas, en números cerrados.
Más allá del obvio beneficio en impacto social que implica la generación de 9 millones de empleos formales, imagínese el generoso impacto que ello hubiera acarreado en las finanzas del IMSS por las cuotas patronales. Muy lejos estaría el instituto de problemas financieros. ¿Y quién es la gran generadora de puestos formales de trabajo en el país? La iniciativa privada, cuyos organismos cúpula amargamente se quejan de que el gobierno siempre les carga la mano.
Por ello, vale que recordar que con Fox y Calderón sólo 24 de cada 100 mexicanos en edad y condición de laborar lograron colarse al mercado formal (incluidos los puestos eventuales; si sólo se consideran las plazas permanentes, entonces la relación se reduce a 17 de cada 100). Los que no la libraron, al desempleo, la informalidad, la emigración o el crimen organizado. Y todos con salarios miserables, en vías de empeorar.
Las rebanadas del pastel
¡Ah!, pero los organismos cúpula del sector privado se quejan amargamente, porquelo que estamos pidiendo es que todos pongan lo que corresponde… menos ellos.

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