El Tepache

jueves, 21 de febrero de 2013

EL DRAMA DE LAS TELEVISORAS


Lilia Arellano
El anuncio hecho a la llegada de Peña Nieto sobre el lanzamiento de licitaciones para la salida al aire de dos cadenas más de televisión abierta despertó, como se supo, muchos comentarios que hoy se sabe tuvieron en su momento sustento al hacer los cambios que dejan de nuevo al Estado con el control total de las concesiones en este renglón al modificarse el Amparo que era su carta fuerte para mantenerse operando sin ninguna intervención o control en sus contenidos y hasta en horarios de transmisiones. Los de la Cofetel, ese mismo primero de diciembre se congratularon de tal anuncio y dieron a conocer que ya contaban con avances para poder hacer las licitaciones en cuanto les fuera ordenado.

El pasado día 16 de este mes se supo que ya no serían dos sino tres los lanzamientos y empezaron a circular a quienes se beneficiaría, esto mucho antes de que salieran a la luz las tan publicitadas licitaciones. Se dice que una será para TV UNO, la de Carlos Slim; otra para los de Milenio, que llevarán como socio a los de Televisa, y una tercera que sería la operada por el Gobierno, considerada pues como la televisora del Estado, tal y como se hacía con el Canal 13 antes de ser traspasada la concesión a Televisión Azteca y vendidos todos sus cacharros.
Es entonces cuando les entró el pronto para reformar la Ley de Telecomunicaciones y en ella se contempla obligar a los concesionarios, a los viejos y a los nuevos, a respetar reglas de operación con estándares internacionales, como son señales gratuitas; también se les obligaría a ofrecer de manera no discriminatoria y a precios competitivos sus señales a operadores de televisiones de paga, imponiendo límites a la concentración de mercados y a las concentración de varios medios masivos de comunicación que sirvan a un mismo mercado.
Dos días después, es decir el 18, los negociadores de esta reforma señalaron que ya tenían avanzado el 95 por ciento del documento y se confirmó que serán tres las cadenas; se crearán tribunales especializados en materia de competencia económica y telecomunicaciones para determinar sanciones; se pretende generar mayor competencia en telefonía; creación de condiciones para el derecho al acceso de banda ancha; hacer crecer la red troncal de telecomunicaciones. Así que será en este mismo mes cuando quede lista esta reforma que contempla de todo menos calidad de contenidos.
Al buscar información sobre la reacción de las cadenas existentes nos topamos con sonrisas, con levantamiento de hombres cuyo significado le resta importancia al tema por una simple y sencilla razón: “¿con qué contenidos van a operar, no saben lo que es llenar con atractivos para los televidentes por lo menos 18 horas de transmisión?”. Y el argumento tiene una gran validez si contemplamos que van por la competencia y en ella se verá quien tiene el programa más escandaloso, si Laura Bozo y “¡que pase el desgraciado!” que transmite Televisa o el de Rocío Sánchez Azuara que también tiene como objetivo presentar las mayores bajezas humanas y las disfrazan de prestación de servicios, de ayuda a la ciudadanía, de lucha por las mujeres. ¿Habrá quien supere semejantes bodrios?
Con cuales contenidos van a convertir a los televidentes en zombies de la caja idiota. Esas reglas no las imponen y es entonces cuando se hace valer la libertad de expresión de manera inapropiada. Ningún canal tiene en horarios familiares y de preferencia programación cultural, todos se niegan a manejar renglones de formación, de educación sexual, alimenticia, nada que tenga que ver con la historia mundial les interesa. Da miedo que otorguen más concesiones no por protección a lo que ya está sino por la invasión de más contenidos sin fondo, que deforman, que, incluso, denigran a los seres humanos en sus concursos y con sus bromas.
Y falta la manipulación informativa. En el caso de Televisa los escándalos se presentan cotidianamente y en diversos renglones. No conformes con la amplia difusión dada al “chupacabras”, se prestaron a filmar, a grabar, los espectáculos producidos por Genaro García Luna que fueron varios, no solo el de las francesa Florence Casses; sacaron al aire los rostros de aquellos náufragos que después de días, de semanas en altamar, lucían una dentadura limpia y no presentaban ninguna quemadura en el cuerpo. Los errores de sus conductores estrella no han sido pocos. El romance de Adela Micha con Jorge Castañeda llegó hasta sus pantallas al igual que las infidelidades de Loret de Mola y apenas hace un par de días su periodista de espectáculos preferido, Mauricio Clark, se declaró públicamente y en horario matutino estelar, homosexual y drogadicto.
La vida personal de quienes se presentan en televisión es eso, un asunto personal. Solo que ya son demasiadas las pifias, las mentiras que se dicen en ese canal, las improvisaciones, los escándalos que obviamente le restan credibilidad y seriedad y de estos dos elementos son de los que viven y sobreviven los medios de comunicación, de información. Tal vez para muchos no importe con quien se acuesta y con quien se levanta Loret, o si Mauricio los prefiere rubios o morenos, pero lo que ya es insoportable es que presenten noticias que no tienen sustento en la verdad y que después, como lo hizo el propio Carlos, tengan que presentarse ante las cámaras y confesar que se equivocaron que lo que dijeron no era cierto. Si así están las que se supone tienen “prestigio” para cuidar aunque califiquen al pueblo de “jodidos” como lo hacía el difunto, ¿qué nos espera con las nuevas? ¿Será posible que el gobierno opere una con auténtica libertad de crítica, con veracidad en información, con credibilidad ganada a pulso, con temas que no sólo entretengan sino que eduquen y enseñen? Ya se verá.
Fuente http://www.indicepolitico.com/estado-de-los-estados-90/

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