El Tepache

domingo, 4 de noviembre de 2012

Ni “Sandy” puede con los cubanos



La solidaridad vuelve a erigirse como antídoto ante la adversidad/ Las provincias del Occidente se mantienen movilizadas en ayuda de sus hermanas, después del paso de un huracán que muchos consideran el peor que haya azotado al Oriente/ Raúl sigue en el lugar de los hechos, las labores de recuperación en la región más afectada: Santiago.

LA HABANA, Cuba, 3 de noviembre (Marina Menéndez, Especial para POR ESTO!).- Cuentan quienes han viajado en la última semana desde el Oriente de la Isla hacia la capital, que por la carretera era habitual toparse a cada momento con rastras y contenedores cargados de víveres y postes, cables eléctricos y telefónicos, tejas y distintos enseres y materiales para recomponer lo que “Sandy” destruyó a su terrible paso por el otro extremo del Caimán, en la madrugada del 25 de octubre.
Y conste que no se trata sólo de la responsabilidad de un Estado que ha demostrado no dejar abandonados nunca a sus ciudadanos, y que tiene mecanismos aceitados —mediante la llamada Defensa Civil— para enfrentar contingencias como ésta, habituales para Cuba por su ubicación en el Caribe.
No ha faltado tampoco la iniciativa personal en el deseo de expresar a los orientales esa solidaridad tan característica del cubano, virtud que siempre lo ha ayudado a imponerse ante la adversidad. En la Isla —y eso lo saben quienes han estado por acá— nunca se está realmente solo.
Así, diez días después del paso arrollador de “Sandy” y cuando la ayuda de países como Venezuela, Rusia y República Dominicana ya estaba llegando a Santiago de Cuba, vecinos del Occidente del país organizados en uniones profesionales como los periodistas, empezaban a conformar sus propias valijas con distintos artículos y comestibles secos, para manifestar el respaldo a sus colegas damnificados.
La previsión, que en Cuba es el ABC cuando se avista la llegada de un ciclón, incluye la evacuación de las familias que son potencial blanco del fenómeno meteorológico así como el aseguramiento en sectores claves de la economía, como la agricultura. Ello ayuda a evitar pérdidas. No obstante, hay impactos casi imposibles de evitar. Sobre todo, cuando se trata de un meteoro con un desarrollo tan rápido en su intensidad y organización como ocurrió con “Sandy”. 
Hubo a quien las ráfagas le tumbaron una pared o le dejaron sin techo; otros perdieron su ropa, muebles, colchones o equipos electrodomésticos.
La mayoría quedó sin energía eléctrica por el derribo de cables, transformadores y postes arrancados de cuajo igual que cientos de árboles por un huracán que parecía azotar dotado de una sierra. Por eso, haciendo gala de su buen humor, los orientales han bautizado a “Sandy” como «el leñador». 
Pero lo único que el ciclón no pudo quitarles a los orientales fue la confianza... y el respaldo de sus hermanos del resto del país.
Linieros movilizados desde provincias como Villa Clara y Pinar del Río están enrolados hace días en el duro empeño de levantar postes y tendidos para restablecer las líneas eléctricas y telefónicas, en una esforzada y peligrosa labor que, si no se desempeña con cuidado, puede costar la vida.
Laboran desde que sale el sol animados por los vecinos, quienes saben que pronto tendrán otra vez electricidad. Están lejos de sus propias casas y de sus familias. Pero les anima el hecho de servir a los demás.
Uno de esos trabajadores narró hace pocos días a la Televisión, una emotiva vivencia. Andaba en sus trajines cuando una niña le haló por el pantalón para preguntarle, ansiosa: «Compañero, ¿y en mi casa cuándo ponen la luz?». Era tarde y oscurecía, narró el liniero, pero siguió con su brigada subido en las escaleras; allá, en las alturas, atados por los cinturones de seguridad. «Me dije que no descansaba hasta que la casa de esa pequeña estuviera alumbrada. Era la última de esa cuadra. Pero esa noche logramos llegar».
Aunque brigadas artísticas convocadas por distintas instituciones se pusieron en marcha para llevar alegría y distracción a quienes han visto virtualmente convertidas sus calles en ruinas; hubo quien no esperó ser llamado. Tal es el caso de cantantes como el aquí famoso Waldo Mendoza, de quien se dice se encaminó hacia el Oriente por iniciativa propia para animar, con sus interpretaciones, a los afectados.
No hay cifras generales de los daños pero se sabe que Santiago de Cuba resultó la provincia más golpeada por un huracán considerado por muchos allí como el más fuerte que los haya azotado… Peor, incluso, que el tristemente famoso ciclón “Flora” de la década del 60 del siglo pasado, cuando el país no estaba mínimamente preparado para hacer frente a una situación como esa. 
El Presidente Raúl Castro se trasladó desde hace días para Santiago, y aseguró que de allí no se movería hasta que quede restablecida la electricidad en la ciudad. 
Otras provincias orientales también sufrieron estragos, como Guantánamo y Holguín, mientras que el amplio espectro de lluvias que acompañó al gigantesco y potente huracán también provocó inundaciones y pérdidas materiales en Sancti Spíritus, Villa Clara y Matanzas, en el centro.
Tan extendida fue el área de influencia de “Sandy” que cuando éste atravesaba, impetuoso, por el Oriente del país, las lluvias y vientos aciclonados podían sentirse aquí, en La Habana.
Entonces, los capitalinos pensaban, preocupados. «¡Imagínate cómo la estarán pasando por allá!».

Sorpresas y alternativas

Hubo casos aparentemente inexplicables, como el hecho de que una de las edificaciones que resistiera, estoica, a “Sandy” en Santiago, fuera la vivienda del conquistador Diego Velázquez, una de las más antiguas de Cuba.
Pero también aguantaron las llamadas «petrocasas» —modernísimas construcciones venezolanas edificadas con un una mezcla polimérica de alta tecnología que tiene como componente principal al Policloruro de Vinilo, PVC, obtenido de petroquímica—, y que se levantaron aquí como parte del Convenio de colaboración existente entre la Isla y la nación bolivariana.
También se reportan novedades locales en materia de cooperación como el hecho de que el pan que se estén comiendo los santiagueros lo cuezan sus vecinos de Guantánamo, donde las panaderías sufrieron menos daños.
Otra obra de la «creatividad» son las cocinas de leña puestas a funcionar por las autoridades santiagueras, para preparar un millón de raciones diarias que luego se distribuyen entre la población más afectada, aunque también se cocina en restaurantes y centros de elaboración de alimentos que quedaron en pie.
…O el hecho de que el curso escolar se haya reiniciado abriendo aulas en instalaciones estatales que quedaron sanas, o en las propias casas de familia, para que no pierdan su curso escolar los niños cuyas escuelas resultaron dañadas. 
El impacto fue duro, pero la vida no se detuvo en el Oriente cubano, donde la ciudadanía está segura de que se cumplirá, una vez más, el principio revolucionario ratificado por Raúl a su llegada a Santiago: Nadie quedará desamparado. Eso los cubanos lo sabemos bien.

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