En el colmo de la insensatez el general –de la policía, no del Ejército colombiano- Oscar Naranjo hizo una referencia digna de protestas de todo tipo señalando que se ha emprendido una campaña en su contra, denostándolo, surgida de las filas de la delincuencia, de los narcotraficantes. Don Oscar parece pretender ocultar un pasado que lo entierra y que no se formó en esta tierra sino en la suya desde donde es totalmente criticado por proteger precisamente a las mafias y de entre ellas a las que le convienen a los EU. Se advierte que en nuestro país hará exactamente lo mismo con el ingrediente de que ya ha sido contratado por el Instituto emblemático de la derecha y de los capitales nada socialmente responsables que se ubican en Nuevo León.
Ahora resulta que sacar a la luz el pasado de un funcionario que no actuó con la mayor honestidad en su país y que ahí mismo se le critica y se le repudia es sinónimo de complicidad con los narcotraficantes. Por lo pronto sus nada discretas actuaciones, la contratación de la que fue objeto que desnuda la presencia de las agencias estadounidenses en nuestro país con toda la operación encubierta, las declaraciones ofensivas y su nada grata presencia han obligado a que el equipo de Peña Nieto señale que no será asesor directo como se planteo y presumió por parte del mexiquense hace apenas unas semanas y al parecer pude ser que, como en el caso del ejecutor del RENAVE, tenga que salir por cuerdas y después lo veamos en el banquillo de los acusados. Ojalá que sea sin muertitos de por medio.
Lilia Arellano - Revista EMET
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