‘El mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellos que permiten la maldad.’
Cito esta frase de Albert Einstein, la cual me recuerda que la vulnerabilidad hacia nuestra persona, es provocada por nosotros mismos, por nadie más.
La comunicación y el protocolo para su funcionamiento, ha sufrido grandes modificaciones en tan corto tiempo gracias a la tecnología y los medios por los cuales podemos hacer llegar el mensaje. Considero que el principal canal por excelencia, es el internet, suena ambiguo en estos momentos pero, hace unos años, comenzaba a gestarse este medio que permitiría a través de una ‘@’, poner en contacto a casi cualquier persona.
El correo electrónico, sería uno de los primeros medios en los que, en principio, las palabras bastarían para hacer llegar un mensaje a otro usuario, después vendrían los archivos adjuntos y la posibilidad de enviar fotos, audio y video, con todo esto, los artefactos móviles como el teléfono celular, no podían quedarse atrás y debían posibilitar al usuario el intercambio de fotografías por medio de los mensajes multimedia, los cuales tenían un costo mayor a los SMS o mensajes de texto, cabe destacar, que algunos de los celulares que no contaban con esta tecnología, los usuarios debían esperar a descargarlos desde el sitio web de la compañía que proporcionaba este servicio.
Las cosas que se compartían en aquel tiempo, iban desde una foto inofensiva, tal vez irrelevante, algún sitio, objeto o persona, siendo esta última, la que permitiría el crecimiento de algo que hoy en día, ha cambiado la vida de muchas personas, no se tienen cifras exactas de cuántas lo llevan a cabo y las repercusiones que les han traído.
El amor a distancia siempre es difícil, artilugios como el teléfono móvil lo hacen más fácil, el único problema entre todo esto, son las necesidades que, como seres humanos, tarde o temprano nos llevan a engañar a nuestra pareja o a pedirle nos envíe una foto un tanto subida de tono, –saben a lo que me refiero–, foto que tal vez al extraviarse el móvil, sea usada con otro fin y circule en internet, en sitios en los que no debería estar, dando pie a un fallido sexting. Ésta nueva forma en la que ahora la mayoría de las personas, mayormente los jóvenes, llevan una relación, se ha convertido en un arma de doble filo; por una parte tenemos al despechado, que al final de una relación, puede exponer todas esas imágenes que fueron compartidas en un momento donde el razonamiento parece nulo. El estado de enamoramiento, parece nublar el buen juicio de las personas y hacerlas cometer actos de los cuales, pueden arrepentirse después. Por otro lado está el distraído, a quien por cualquier motivo o razón, se le extravía su celular con todas esas fotos, en las que pone en peligro la identidad de su pareja o hasta la de él mismo, sí es que aparece en las imágenes, otro sexting fallido.
La interacción que la tecnología móvil nos brinda en este momento, es casi ilimitada, me refiero al intercambio de datos, ya que gracias a distintas aplicaciones, se nos permite se lleve a cabo este tipo de actividad de manera más frecuente.
Existen casos en los que, como mencionaba anteriormente, por un descuido, todo este material pueden estar circulando en sitios web, correos electrónicos o celulares, aunque la mayoría de las veces una persona es la encargada de ser el detonante de esta situación, que puede llevar a la otra parte, a un acto con consecuencias irreversibles. Como aquella joven canadiense de nombre Amanda Tood, que a sus 12 años, cometió el error que la llevaría a su muerte. Decía que le gustaba hacer amigos en la web, de pronto, un extraño le invita a una conversación vía webcam, para después pedirle le muestre los pechos, ella lo hace y cada que esta persona se conectaba, le pedía le hiciera una especie de show erótico frente a la cámara web, chantajeándola que de no hacerlo, publicaría aquella foto. Tres años pasaron hasta que decidió darle fin. Esta persona publicó en un perfil de Facebook que contenía como avatar, aquella foto donde mostraba sus senos. La humillación y el rechazo que sufrió de sus compañeros de escuela al saberse la existencia de este perfil en línea, la llevaron al consumo de drogas y a una gran depresión. Después de grabar un video subido por ella a Youtube, donde a través de papeles con mensajes mostrados a la cámara, expresaba su sentir, sería lo último que diría, ya que un par de días después, se quitó la vida.
Tal vez fue un error, tal vez no, tal vez no tenía información, tal vez no supo a quién recurrir, no sabemos, el hecho es que como este caso, existen algunos que han llevado a personas a cambiar de domicilio, estado, país y hasta de continente, tratando de rehacer su vida.
La práctica del sexting se va elevando a niveles cada vez más altos, no se tienen cifras que arrojen un porcentaje de personas que lo practican, y en cuanto a los aspectos legales, mejor ni hablamos, ya que no existe una ley que lo castigue y mucho menos lo regule.
Este problema ha ido creciendo de manera silenciosa, tal vez exista una solución o no, simplemente es recomendable la precaución, no está de más pensar dos veces las cosas antes de hacerlas.
@KidFreshPlay
Oscar Ramírez Pérez - Contenidos EMET
Fuente http://www.revistaemet.com/nota/sexting-la-epidemia-silenciosa/13618
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