El Tepache

sábado, 19 de octubre de 2013

UN POCO DE MI VIDA II

Raúl Díaz Berlanga


Esperè nueve largos meses dentro del vientre de mi madre para hacer mi apariciòn en el escenario de la vida. Aparezco en el año de 1950 el 9 de Julio en la gran Tenochtitlan ( Mèxico). Fue la capital del Imperio Mexica. Segùn la leyenda señala que fue fundada por varias tribus Nahuas migrantes desde territorios de Aztlan, ahora  territorio de Nayarit...El Dios Huitzilopochtli (colibrì izquierdo), gran patrono de aquellos hombres, guiò a su gente hasta el lugar donde encontraran un lago con un islote, en el cual habrìa una roca y sobre la roca un nopal y sobre el nopal un àguila con las alas extendidas comièndose una serpiente y reconociendo al sol. El sitio fue el Lago de Texcoco y allì fundaron la ciudad. Estos sucesos ocurrieron el 18 de Julio de 1318 de acuerdo a los còdices Cuahuitlan y Vaticano. La peregrinaciòn durò 165 años hasta que encontraron el lugar deseado. Tenochtitlan significa lugar de tunas sobre piedra. Las tunas son las frutas que dan los nopales. La palabra piedra en este caso significa corazòn de la tierra y el nopal de donde se derivan las tunas, nace directamente de la Diosa tierra, lo cual otorga a  la representaciòn total, un origen divino...Pues en estas tierras, llamadas ahora, Distrito Federal fue que nacì yo.


Nazco rumbo a la media noche, en la clìnica del Dr Ortega, ubicada en la Colonia Santa Maria la Ribera, en la calle de Carpio. El parto de mi madre fue atendido por el propio Dr Ortega quièn comentò al momento de mi nacimiento:
-¨Miren a èste, chupàndose las manos y con los ojos bien abiertos, ya le urgìa salir¨!!!
Y asì fue, desde mi nacimiento, siempre fui un niño muy inquieto, intrèpido y avispado. Pero lo que muy pocos sabìan, es que habìa nacido hiperactivo, de lo cual nadie se percatò, hasta llegada mi adolescencia. Mientras y durante varios años, fui catalogado como un niño imposible que nadie aguantaba, ni sabìan que hacer conmigo o dònde meterme: no paraba de hacer cosas o de inventarlas y de estar en todo o de aparecer por todas partes. Les representaba a todos una gran calamidad!!! Era un torbellino indomable e impredecible en todo lo que realizaba...

El dìa de mi nacimiento, lo cual he constatado en los periòdicos de la època, habìa caìdo una gran tromba en la ciudad, inundàndola toda. Los bomberos y los trabajadores del gobierno a cargo de esos menesteres, no se daban a vasto. El sistema de drenaje de la gran metròpoli, no funcionaba y su capacidad de desalojo de agua, se encontraba rebasado. Las ambulancias  y el ulular de sus sirenas, iban y venìan por todas partes. El auxilio que reclamaban los habitantes, no podìa ser atendido con solvencia ni eficacia ni  mucho menos con prontitud. Todo en la ciudad era un càos, asi lo dejaban ver  todas las fotografìas estampadas en los periòdicos que habia y he consultado. Es decir, nacì en el terror, en la zozobra, en el miedo, en el dolor, en el llanto, en la desesperaciòn. Se respiraba peligro, se respiraba muerte, en una humedad nocturna digna de una pelìcula de espantos...Aùn asi, a mi me urgìa ver de que se trataba la vida y como habìa comentado el partero, me urgìa salir a observarlo todo, deseaba saber que seguìa, quiènes eran los que estaban afuera, que hacìan, a que se dedicaban, que proponìan...

Un par de dìas despuès de ni nacimiento, mi madre retornò conmigo a nuestra casa ubicada en el barrio bravo de Tepito: Callejòn de Carbajal nùmero 6 B, entre la calle de Parcialidad-ahora prolongaciòn de Paseo de la Reforma- y la calle de Peralvillo. Habitabamos una vivienda horizontal de dos cuartos grandes, sala y comedor,con zotehuela al fondo donde se encontraba la cocina, un lavadero, nuestro wc y algunos mecàtes para tender ropa. Los cuartos grandes durante el dìa fungìan el primero que daba a la puerta de la calle, como sala y tallercito de costura. En el otro que le seguìa, se encontraba la cama de mi abuela y el comedor con sus vitrinas donde se guardaban los vasos y los platos para las comidas y una gran vajilla para los dìas de fiestas familiares. Mi barrio es conocido como el de la cultura de los Tapancos. Segundos pisos de madera que se ubican dentro de la misma estructura de la habitaciòn. Tenìamos uno, que se encontraba arriba del comedor. Se subìa atravès de una escalera de madera y conducìa al espacio donde se ubicaban cuatro camas. Durante la noche, toda la casa se convertìa en dormitorios; eramos màs de doce de familia, entre tìos, tìas, sobrinos y sobrinas, màs una  mujer auxiliar que tambièn vivia con nosotros, la gran Pina, siempre viendo por todos y ayudàndonos en todo...Nuestra morada, no formaba parte de una vecindad, donde vivìan muchas familias que tenìan que compartir el wc y los lavaderos. Nosotros alquilabamos una vivienda independiente y existìan otras cinco màs en formaciòn horizontal que se encontraban en la parte final del callejòn...

Tepito,  siempre ha sido un barrio muy agerrido. De gente, la mayorìa, de mucho trabajo y esfuerzo para poder subsistir...Era un lugar nada fàcil para convivir. Peligroso para propios y extraños y màs para los extraños. Ahì pasè gran parte de mi infancia. Mi abuela era enfermera y propietaria de un tallercito de costura en el que participaban varias de mis tìas. Tenìa hijos de dos matrimonios, unos del abuelo Raùl y otros de un señor Agustin Alvear. Mi madre era de la camada del abuelo Raùl, quièn habia sido militar y jefe de la Prisiòn de las Islas Marias. Ese abuelo, era muy guapo y apueso, dicen que era muy mujeriego y que empezò a estar enfermo repentinamente, quedàndo casi paralìtico y tuvo que ser cuidado por mi madre en su enfermedad yèndose a vivir con èl para atenderle. Me cuentan que de una situaciòn econòmicamente holgada, pasaron a tener que ir en silla de ruedas, de cantina en cantina, para que sus amigos militares, les obsequiaràn un poco de dinero para poder subsistir. Le diagnosticaron sifilis en estado avanzado. Esa etapa, debe de haber sido muy difìcil para mi madre. Los antibiòticos apenas se empezaban a usar y al final el abuelo muriò vìctima de esa tremenda y destructiva enfermedad...En alguna ocasiòn, mi madre me contò, que para ella fue no sòlo un calvario, sino un verdadero infierno, ver como se destruìa poco a poco su  apuesto y gallardo padre, sin poder hacer nada por èl...Me refiriò que su muerte fue de lo màs triste:
-En alguna ocasiòn fuì a pedir empleo a un almacen en el que me habìan dicho solicitaban empacadoras, tù abuelo se saliò del cuarto que alquilabamos en su silla de ruedas y se dirigiò al hospital donde lo atendìan. De seguro se sentìa mal. Al tomar el tranvìa que lo conducìrìa al centro de salud, se puso grave y se desvaneciò en la calle. Entonces una ambulancia llegò al lugar de los hechos y èl tenia estrictamente prohibido medicamentos para mitigar el dolor, era muy alèrgico a ellos. La sifilis ya habìa atacado los centro del habla cerebrales, èl se comunicaba a señas, los paramèdicos al quererle inyectar el anestèsico, dicen que él se resistìa y les hacia señas para evitar ser inyectado, pero como el desvanecimiento, su silla de ruedas, sus impedimientos corporales y todo lo que rodeaba al ambiente, se habìa dado de manera muy extraña, pensaban que se trataba de un loco que no sabìa lo que querìa y fue asi que procedieron a inyectarlo en plena vìa pùblica. La muerte del abuelo fue inevitablemente casì de inmediato- finalizò su relato mi madre, irrumpiendo en llanto...

Para ella, el fallecimiento de su padre, fue un duro golpe. Lo adoraba y todos los cuidados y entrega prodigados hacia su persona, habìan resultado frustrados y sin gran sentido, su preferencia por èl la  habìan apartado de su casa materna. Las nuevas terapias de los años 50s prometìan restituir la salud del abuelo, pero el tiempo se agotò. Mi madre se convirtiò asì en una judia errante, yendo de la casa de unos tìos a otros y para colmo distanciada y enemistada con mi abuela... Nadie puede impedir el curso del destino, ni desviarlo, ni mucho menos brincàrselo: La muerte es el destino de todos y  tarde o temprano, cada uno tiene su propia muerte esperàndolo!!!

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