Escrito por Editorial |
El salario promedio de los secretarios de Gobernación, Hacienda, Seguridad, Educación, Salud y Medio Ambiente en México supera al de los ministros de las mismas carteras de Austria, Bélgica, Estados Unidos e Islandia. Los funcionarios mexicanos ganan 205 mil 122 dólares anuales, casi el doble que sus contrapartes suecos, cuyo ingreso es en promedio de 110 mil dólares.
Mientras en México esos salarios representan 21 veces el producto interno bruto per cápita, en Suecia equivalen a 2.3 veces. De igual manera, en EU, una economía que tiene 14 veces el PIB de México, las percepciones de los titulares de los departamentos de Estado llegan a 155 mil dólares al año en promedio, lo que representa 3.3 veces su PIB per cápita.
Los funcionarios y la mayoría de los políticos aztecas viven en exclusivas zonas residenciales y llevan un tren de gastos que no guarda proporción con sus ingresos nominales. Un colega consignó recientemente en Forum en Línea (número 249, 1-15-IX-12) que Enrique Peña “no puede explicar, aunque todos lo sepamos, el origen de su inmensa fortuna (para tu información, es poseedor de una gigantesca residencia en Las Lomas, la que no pudo haber adquirido ni aunque hubiera ahorrado los sueldos de toda su vida como funcionario público)”.
Cierto o no, importa rescatarlo ahora que el mexiquense se dispone a crear la tan publicitada Comisión Nacional Anticorrupción. También porque busco subrayar el invaluable ejemplo que brinda a millones de políticos de la aldea global un señor que fue guerrillero, diputado, senador, dirigente partidista, ministro y hoy ocupa la presidencia de su país. A los 75 años de edad sólo es propietario “de un Volkswagen Fusca, celeste, muy bien conservado”, que vale mil 945 dólares, de acuerdo a la última declaración jurada que presentó a la Junta de Transparencia y Ética Pública”.
Y la chacra (finca) que habita con la senadora Lucía Topolansky, figura a nombre de ella y allí predominan “sus cultivos y mucho verde”, cuentaNany Falety, de ABC de España. El esposo de la legisladora no tiene ningún conflicto con el espacio habitacional: “No, con tres piecitas me alcanza. Les pasamos la escoba entre la vieja y yo y ya, se acabó”.
Hablo de José Alberto Mujica Cordano, presidente de Uruguay, entre los suyos denominado cariñosamente Pepe Mujica.
Como titular del Ejecutivo y comandante en jefe, don Pepe percibe al mes el equivalente a 12 mil 500 dólares estadunidenses. De esa cantidad dona a fondos de ayuda social 90 por ciento de su salario. Es decir, mensualmente Mujica recibe 250 mil pesos uruguayos por su tarea, pero de allí sólo rescata para su manutención 20 mil pesos. El resto se distribuye desde el Fondo Raúl Sendic, que administra el Movimiento de Participación Popular, su fuerza política, que ayuda a emprendimientos productivos hasta aportaciones, y organizaciones de la sociedad civil que colaboran con viviendas. Dice Mujica que “con ese dinero mealcanza, y me tiene que alcanzar porque hay otros uruguayos que viven con mucho menos”. Así de sencillo.
José Mujica no posee cuentas bancarias ni deudas. Y tras la publicación del reportaje de Nany Falety, fue abordado por reporteros que formularon preguntas anteponiendo la afirmación sobre su condición social de pobre.
La respuesta es una cátedra para todos los gobernantes que acumulan cada día más y más bienes materiales: “Yo no soy pobre, pobres son los que creen que yo soy pobre. Tengo pocas cosas, es cierto, las mínimas, pero sólo para poder ser rico.
“Quiero tener tiempo para dedicarlo a las cosas que me motivan. Y si tuviera muchas cosas tendría que ocuparme de atenderlas y no podría hacer lo que realmente me gusta.
“Ésa es la verdadera libertad, la austeridad, el consumir poco”.
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