Por Jesusa Cervantes (Proceso)
Un
nuevo frente de conflicto se abrió para el aspirante presidencial del
PRI, Enrique Peña Nieto, ya que sus principales operadores políticos y
mediáticos —Luis Videgaray, David López, Luis Enrique Miranda Nava,
Roberto Calleja y Edwin Lino— están demandados ante una corte federal de
Distrito Central de California, Estados Unidos, por el delito de
“conspiración para defraudar” a un empresario mexicano-estadounidense y
utilizar sus documentos para justificar gastos millonarios de la
campaña.
El costo total del proyecto iba a ser de 56 millones de dólares, que presuntamente provendrían del narcotráfico y de otros “amigos” del PRI, según le hicieron saber posteriormente para intimidarlo.
A las investigaciones emprendidas desde Estados Unidos en
contra de funcionarios y empresarios vinculados a tres ex gobernadores
del PRI (Tomás Yarrington, Humberto Moreira y Fidel Herrera) se suma
esta demanda civil presentada el 7 de junio pasado por José Luis Ponce
de Aquino, conocido como Pepe Aquino y propietario de la empresa
Frontera Television Network (FTN), a quien —como él ha relatado— los
priístas contactaron en noviembre de 2011 para difundir y posicionar la
imagen de Peña Nieto entre la comunidad de origen mexicano en Estados
Unidos.
Aquino
sostiene que FTN perdió 15 millones de dólares, ya que a pesar de haber
firmado dos contratos y entregar la documentación de su empresa, los
acusados no le entregaron los fondos para operar ni le devolvieron los
papeles originales. Cuando exigió a los acusados que cumplieran el trato
o lo cancelaran debidamente, éstos lo amenazaron y le dijeron que “más
le valía ser muy cuidadoso para no hacer cualquier ruido porque de lo
contrario su vida estaría en peligro”.
En
la página tres de la demanda EDCV12-920-VAP (DTBx), presentada ante la
corte federal con sede en la ciudad de Riverside se lee: “Frontera
Television Network, por medio de sus agentes autorizados, fue
amenazada. Se les indicó que el dinero se originó y fue transferido (a
la campaña de Peña Nieto) por compañías que pertenecen a los cárteles de
la droga”.
‘GRAN EXTORSIÓN’
Entrevistado
vía telefónica por Proceso, después que el escándalo detonara en el
noticiero radiofónico Carmen Aristegui en MVS, Aquino se congratula:
“Gracias a Dios, a la virgen de Guadalupe, les pedí que el contrato
tenía que ser bajo las reglas del estado de California. Por eso los he
podido demandar”.
El alegato presentado por el abogado del empresario, Maxwell C. Agha, sostiene que en
la trama fraudulenta están involucradas las empresas Jiramos S.A. de
C.V., de Alejandro Carrillo Garza Sada; GM Global S.A. de C.V.; Mario
Ignacio Morán Jiménez, los hermanos José y Alfredo Carrillo Chontowsky,
así como la Organización Nacional de Porcicultores y Sector
Agropecuario, representada por Alejandro Ramírez González, quienes
actuaron como intermediarios y “compañeros en la conspiración” de los
políticos del primer círculo de Enrique Peña Nieto.
El
vocero del PRI, Eduardo Sánchez, ha difundido otra versión. Califica la
demanda como una “extorsión del tamaño de una catedral” y señala que un
representante de Aquino en México, Francisco Javier Torres, acudió el 4
de mayo pasado al equipo de campaña para exigir que el partido le diera
5 millones de dólares a cambio de no desatar un escándalo mediático y
político.
A
las 19:22 horas del miércoles 13, poco antes de que el caso se
ventilara en el periódico Reforma y en el noticiario de MVS Radio el
jueves 14, el PRI presentó una “denuncia de hechos por extorsión” ante
la Procuraduría General de la República.
Luis
Videgaray, coordinador general de la campaña de Peña Nieto, como
Roberto Calleja, coordinador de Comunicación Social del PRI, ofrecieron
una rueda de prensa para refutar a Aquino. Ahí admitieron que a finales
de noviembre de 2011 se realizó una reunión con las dos empresas
intermediarias a las que demanda el propietario de FTN: Jiramos, S.A. de
C.V., de Alejandro Carrillo Garza Sada, y GM Global S.A. de C.V., de
Mario Ignacio Morán Jiménez y Giselle Morán Jiménez, que suscribieron el
primer contrato.
En
cambio, los priístas ni siquiera mencionaron al intermediario en el
segundo contrato, la Organización Nacional de Porcicultores y Sector
Agropecuario, representada por Alejandro Ramírez. En entrevista para MVS
Radio, el viernes 15 Ramírez desconoció cualquier relación con Aquino y
con las personas demandadas.
OPERACIÓN PORCINA
Poco
después que se conociera la acusación por extorsión en su contra, Pepe
Aquino afirmó a Proceso que ampliará su demanda para incorporar las
afirmaciones de los voceros del PRI.
“El
mismo señor Eduardo Sánchez se está contradiciendo. Si estaban seguros
de que era una extorsión, ¿por qué no acusaron antes a Francisco Torres,
mi representante? ¿Por qué lo recibieron con tanta amabilidad? ¿Por qué
no se comunicaron conmigo para decirme: ‘señor Aquino, no sé de qué nos
está hablando’?”, cuestiona el empresario.
“Yo
aquí estoy. No puede haber ninguna extorsión porque hay un contrato
firmado. Es injusto que busquen un chivo expiatorio como el señor
Francisco Torres. Él está preocupado por su seguridad y la de su
familia. No es un empleado de Inbursa (como dijo Sánchez que se
ostentó); es un consultor privado al que yo contraté para que me
representara. Les pido que se abstengan de causarle daño al señor
Torres”, agrega el dueño de FTN.
—¿Torres
se reunió con Luis Enrique Miranda Nava? —se le pregunta a Aquino.
Miranda es candidato a la presidencia municipal de Toluca por el PRI,
muy cercano a Peña Nieto.
—Así
es. Torres fue enviado para reunirse con Miranda. Él le dijo que iba a
llamarle al señor (Luis) Videgaray, que iba a averiguar qué pasó. Jamás
se volvió a comunicar.
—¿A usted le deben 5 millones de dólares?
—No
es a mí a quien se los deben. Yo hice compromisos con otras personas y
empresas para cumplir con el contrato que firmamos, el cual iniciaría el
6 de enero de 2012. Ellos incumplieron, a pesar de que los fondos ya se
habían liberado desde diciembre de 2011.
Aquino
advierte que el caso tiene “dos peculiaridades”: primero se firmó un
contrato entre FTN y las empresas Jiramos, de Alejandro Carrillo Garza
Sada, y GM Global, de Morán Jiménez. Ocho días después lo llamaron desde
la Ciudad de México para decirle que el trato se cancelaba. Eso sucedió
el 10 de diciembre de 2011.
El
segundo contrato se firmó con la Organización Nacional de Porcicultores
y Sector Agropecuario, representada por Alejandro Ramírez. El
intermediario fue Manuel Gascón, quien se quedó con los documentos de la
empresa de Aquino.
Inicialmente
le prometieron al dueño de FTN fondear los primeros 15 millones de
dólares en cinco días. No cumplieron. Le pidieron paciencia porque un
“señor Peralta” tenía que arreglar cuestiones fiscales derivadas del
acuerdo.
DINERO SUCIO
Para
continuar con las negociaciones, Carrillo Garza Sada le exhibió a
Aquino una garantía de 900 mil dólares para el proyecto e incluso lo
llevó a las instituciones de crédito Monex y Mifel, donde le mostró en
pantalla cuentas con recursos suficientes para financiar los servicios
solicitados. Con esa seguridad, Aquino reservó espacios para publicidad
en sus empresas, en de Colorado y en el Canal 50 de San Diego,
California.
Poco
después Carrillo Garza Sada le volvió a dar largas, diciéndole que “los
amigos” del PRI no habían autorizado aún la transacción. En abril
Aquino le dio un ultimátum reclamándole el pago o la devolución de los
documentos de FTN, y fue entonces cuando Carrillo Garza Sada le
respondió que no era posible porque ya se habían utilizado para
justificar aportaciones de dinero a la campaña de Peña Nieto por parte
de empresas del Estado de México.
En su demanda, Aquino asegura ante la corte federal estadunidense que “FTN
fue obligada a firmar un acuerdo nuevo bajo el cual Jiramos, S.A. de
C.V. ya no sería la empresa que cubriría los costos de la campaña de
promoción de Peña Nieto, por lo cual le pidieron a Aquino que el
compromiso se firmara a nombre de una nueva empresa (estadunidense)
llamada Intellmedia LP —a nombre del demandante—, mientras que por parte
de los acusados firmaría la compañía SISA, S.A. de C.V., de la Asociación Nacional de Porcicultores, que preside Alejandro Ramírez González.
“Ramírez
González —prosigue Aquino— orquestó un esquema que tenía el objetivo de
convertir fondos de la campaña presidencial del PRI en dinero privado
para uso personal. Después se conoció que estos fondos habían
sido reportados como provenientes de compañías cuyos dueños eran
cárteles de la droga”.
Explica
en la querella que una de las razones para firmar los dos contratos fue
porque Carrillo Garza Sada le presentó documentos de solvencia
económica, recibos, saldos de cuentas bancarias e incluso le comentó que
“ya había hecho trabajos para el PRI en la elaboración de camisetas que
le dejaron una ganancia de 900 mil dólares”.
Irónicamente,
Aquino dice que, antes de firmar el primer contrato, los demandados
enviaron a Estados Unidos a Gustavo Lomelí para que verificara la
seriedad de FTN y así cerciorarse de que fuera la indicada para llevar a
cabo la campaña propagandística de Enrique Peña Nieto.
LOS INTERMEDIARIOS
En
la entrevista, Pepe Aquino advierte que “si a alguien deben investigar
los priístas es al señor Alejandro Carrillo Garza Sada. Él me hizo
rehacer los contratos, él me dio las garantías de que se iba a
invertir”.
Incluso
recuerda que en una conversación Carillo le presumió: “Me acabo de
comprar otro avión en Miami y lo voy a rentar en las campañas”.
En su demanda, Aquino asienta que tiene indicios para creer que “todos
los fondos (56 millones de dólares) fueron transferidos a las cuentas
en Monex Bank y Mifel Bank, y que después Carrillo Garza Sada dividió el
dinero con Giselle Morán, David López, Edwin Lino (secretario
particular de Peña Nieto), Roberto Calleja, Alfredo y José Carrillo
Chontowsky, y Hugo Vigues”.
Por medio del empresario Vigues, los Carrillo Chontowsky le advirtieron que no presentara ningún recurso legal porque las empresas que aportan los fondos están relacionadas con el narcotráfico.
“Más le valía ser muy cuidadoso para no hacer cualquier ruido, porque
de lo contrario su vida estaría en peligro”, se enfatiza en la página
tres de la demanda interpuesta por Aquino.
Por
esta razón, el empresario mexicano-estadunidense notificó los hechos
ante Carolina Zaragoza, cónsul de México en San Bernardino, California,
quien lo canalizó a su vez con el representante de la PGR en Los
Ángeles. Carrillo Garza Sada no sólo transmitió la amenaza; le
reiteró que no presentara una demanda porque le impediría entrar a
México y hasta podría quitarle sus empresas establecidas en el país.
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