¡Sí, los organismos modificados genéticamente son
veneno!”, la condena ocupa la portada de Le Nouvel Observateur, que publica en
exclusiva los resultados de un estudio llevado a cabo por investigadores
franceses que durante dos años han alimentado a 200 ratas con maíz transgénico,
concretamente con el NK 603 de Monsanto. Las conclusiones quedan ampliamente
expuestas en una obra, que también da nombre a una película basada en este
estudio, Tous cobayes! [Todos cobayas], redactada por Gilles-Eric Séralini, profesor
de biología molecular en la Universidad de Caen, donde se ha realizado el
experimento que Le Nouvel Observateur tilda de “bomba de racimo”:
Pulveriza así una verdad oficial: la inocuidad del maíz
modificado genéticamente. Incluso en pequeñas dosis, el organismo modificado
genéticamente sujeto del estudio resulta altamente tóxico y, a menudo, mortal
para las ratas. Hasta el punto de que, si se tratase de un medicamento, debería
suspenderse su administración inmediatamente a la espera de nuevas investigaciones.
Puesto que ese mismo organismo modificado genéticamente se encuentra en nuestro
platos, a través de la carne, los huevos o la leche.
Los resultados son incontestables:
En el decimotercer mes del experimento […] las ratas
alimentadas con maíz modificado genéticamente desarrollan entre dos y tres
veces más tumores que las ratas que no se han alimentado con productos
modificados, sea cual sea su sexo. Al principio del mes vigésimo cuarto, es
decir, al final de su vida, entre el 50% y el 80% de las hembras alimentadas
con organismos modificados genéticamente presentan síntomas, frente al 30% de
las que se han alimentado sin dichos organismos.
EurActiv.com subraya que la publicación de estos resultados
“genera repercusiones hasta en Bruselas”:
De hecho, las decisiones se han tomado en el ámbito de los
Veintisiete. El Gobierno francés ha pedido que el estudio lo verifique la
Agencia Nacional [francesa] de Seguridad Sanitaria. La Comisión Europea, por su
parte, ha hecho lo mismo ante la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria
(EFSA).
Una agencia europea que a menudo Greenpeace pone en tela de
juicio, tal y como recuerda EurActiv, puesto que a la EFSA se le acusa de
caracterizarse “desde hace muchos años por la proximidad escandalosa de sus
miembros con los productores y por su falta de independencia”.
Sin embargo, el estudio de la Universidad de Caen ha sido
recibido con escepticismo por parte de la comunidad científica: numerosos
biólogos con los que se ha puesto en contacto la agencia Reuters han mostrado
sus dudas respecto al protocolo y al método que han empleado en la realización
de las pruebas.
¡Sí, los organismos modificados genéticamente son veneno!”,
la condena ocupa la portada de Le Nouvel Observateur, que publica
en exclusiva los resultados de un estudio llevado a cabo por
investigadores franceses que durante dos años han alimentado a 200 ratas con
maíz transgénico, concretamente con el NK 603 de Monsanto. Las conclusiones
quedan ampliamente expuestas en una obra, que también da nombre a una película
basada en este estudio, Tous
cobayes![Todos cobayas], redactada por Gilles-Eric Séralini, profesor de
biología molecular en la Universidad de Caen, donde se ha realizado el
experimento que Le Nouvel Observateur tilda de “bomba de racimo”:
Pulveriza así una verdad oficial: la inocuidad del maíz
modificado genéticamente. Incluso en pequeñas dosis, el organismo modificado
genéticamente sujeto del estudio resulta altamente tóxico y, a menudo,
mortal para las ratas. Hasta el punto de que, si se tratase de un medicamento,
debería suspenderse su administración inmediatamente a la espera de nuevas
investigaciones. Puesto que ese mismo organismo modificado genéticamente se
encuentra en nuestro platos, a través de la carne, los huevos o la leche.
Los resultados son incontestables:
En el decimotercer mes del experimento […] las ratas
alimentadas con maíz modificado genéticamente desarrollan entre dos y tres
veces más tumores que las ratas que no se han alimentado con productos
modificados, sea cual sea su sexo. Al principio del mes vigésimo cuarto, es
decir, al final de su vida, entre el 50% y el 80% de las hembras alimentadas
con organismos modificados genéticamente presentan síntomas, frente al 30% de
las que se han alimentado sin dichos organismos.
EurActiv.com subraya
que la publicación de estos resultados “genera repercusiones hasta en
Bruselas”:
De hecho, las decisiones se han tomado en el ámbito de
los Veintisiete. El Gobierno francés ha pedido que el estudio lo verifique la
Agencia Nacional [francesa] de Seguridad Sanitaria. La Comisión Europea, por su
parte, ha hecho lo mismo ante la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).
Una agencia europea que a menudo Greenpeace
pone en tela de juicio, tal y como recuerda EurActiv, puesto que a la EFSA
se le acusa de caracterizarse “desde hace muchos años por la proximidad
escandalosa de sus miembros con los productores y por su falta de
independencia”.
Sin embargo, el estudio de la Universidad de Caen ha sido
recibido con escepticismo por parte de la comunidad científica: numerosos
biólogos con los que se ha puesto en contacto la agencia Reuters han
mostrado sus dudasrespecto al protocolo y al método que han empleado en la
realización de las pruebas.
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