Doble resistencia
Jóvenes denuncian fraude
AMLO impugna resultados
Televisa, ríos de dinero
Julio Hernández López
SONRISA. Humberto Moreira, ex gobernador de Coahuila, se presentó en Saltillo para emitir su voto el domingo pasadoFoto Alberto Puente
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La celeridad impositiva concertada se ha topado con dos inmediatos
puntos de resistencia: el movimiento 132, ya en las calles, implacable y claro,
y la recurrencia de Andrés Manuel López Obrador a los tribunales electorales
para denunciar un fraude que aún no señala en esos términos pero cuyos
ingredientes ya ha precisado.
El golpe nocturno dominical en favor de Peña Nieto necesitaba de rapidez para
inyectar los virus del desánimo y el cinismo. Por ello se adelantaron las
conferencias de prensa de Josefina Vázquez Mota y Leonardo Valdés Zurita, con la
intención de ganar tiempo e impedir el surgimiento de algún dato o elemento
discordantes. La panista ni siquiera se esperó a contar con una base numérica
medianamente aceptable para darse por derrotada: con lo que había, que era
ínfimo, dejó colgados incluso a quienes todavía a esa hora ultimaban detalles en
casillas de diferentes partes del país. Valdés Zurita también saltó antes de
tiempo, para presumir unos comicios límpidos, dar por ganador a Peña Nieto y
servir de telonero a un disimuladamente eufórico Felipe Calderón. Lo importante
era asentar el golpe. Luego vendrían las negociadas felicitaciones
internacionales al presunto ganador. ¡Al diablo con las instituciones
electorales!
Fulgurante operación reportó resultados positivos a sus creadores. En horas,
Peña Nieto fue impuesto política y mediáticamente como virtual presidente de la
Haigacracia (haiga sido como haiga sido, según la inmortal fórmula pragmática de
Calderón) y los caminos electorales, en sus vertientes jurídicas y tecnológicas,
quedaron desazolvados para cumplir con los rituales de simulación que
desembocarán en la confirmación del madruguete dominical. La diferencia oficial
de votos fue diseñada especialmente para inhibir las posteriores protestas: no
los 20 o 15 puntos de distancia blandidos durante meses anteriores para
aparentar que el copete en campaña era imbatible, pero sí los suficientes para
argumentar que ninguna protesta podría tener fundamento.
Ayer mismo, miles de jóvenes pertenecientes al movimiento 132 marcharon por
calles de la ciudad de México para protestar sonoramente contra la pretensión de
imponer a Peña Nieto. Fue una manifestación alegre y creativa pero, sobre todo,
decidida. La apabullante propaganda televisiva disfrazada de noticieros y
programas de opinión y análisis no melló en nada las definiciones políticas de
esos ciudadanos recientes. La cargada de la mayoría de los medios impresos, con
sus primeras planas tan contentas por el triunfo del PRI y tan anunciadoras de
los ánimos de control que mueven a los nuevos
operadoresde prensa, tampoco desanimaron a los estudiantes. Salieron del símbolo de la corrupción sexenal, la Estela de Luz, caminaron hacia las calles privilegiadas de Polanco y a su paso se toparon con manos solidarias desde balcones, con bocinas de automóviles festejando el paso de la marcha y no llenándola de improperios, con la mirada y el análisis circunstanciales de una clase media alta que de pronto vio sus dominios invadidos por miles de jóvenes asegurando que Peña Nieto no ganó. Terminaron su caminata en el Monumento a la Revolución.
Un antes y un después, inéditos y altamente significativos: nunca se había
producido una manifestación tan concurrida de ciudadanos, sobre todo jóvenes,
para fijar postura respecto a elecciones que todavía no se realizaban, como la
que ocurrió durante la insubordinada noche del sábado de las velas y las
antorchas que desembocaron en el Zócalo y en la lectura de un manifiesto de
lucha social y política. Tampoco habían salido a las calles, en tal número y con
tanta decisión, apenas unas horas después de terminados unos comicios
presidenciales, tantos jóvenes denunciando fraude y anunciando resistencia.
Parece claro que la clave para abrir la caja fuerte del sistema autoritario
restaurado y agravado es la siguiente: una vuelta a la izquierda, tres a la
izquierda y dos más a la izquierda.
López Obrador compareció ante reporteros la tarde de ayer para ir fijando una
cuidadosa estrategia de resistencia. Es natural que mida sus palabras porque
enfrente tiene a una plantilla mediática aceitada especialmente para tratar de
evidenciar la
incongruenciade que un candidato presidencial ejerza sus derechos por las vías legales. La trampa fue sembrada de forma evidente e insistente antes de los comicios, cuando se presionaba al tabasqueño para que firmara pactos de civilidad que no verían compra de votos ni mapaches priístas.
El candidato de las izquierdas ha decidido transitar por completo el sendero
legal, recabando pruebas y cumpliendo con los trámites procesales. No acepta que
a él le corresponda sofocar el gran descontento por el presunto triunfo de Peña
Nieto, y establece la enorme responsabilidad del IFE y del tribunal electoral
federal ante lo que ha sucedido y lo que pueda suceder. Diariamente informará de
las pruebas que se vayan recopilando y no descarta que pueda darse una
resistencia civil pacífica.
A nadie debería molestar, mucho menos exacerbar, que un ciudadano en
ejercicio de sus derechos recurra a los tribunales para demandar justicia que
cree le ha sido escamoteada. Esa vía de inconformidad jurídica tiene como
sustento dos hechos que son de dominio público pleno: la parcialidad evidente de
muchos medios de comunicación, Televisa de manera militante, en apoyo de Enrique
Peña Nieto y en abierto detrimento de su principal opositor electoral, AMLO; y
los ríos de dinero que corrieron en todo el país para compra de votos y para el
financiamiento de la operación territorial de las brigadas de
promoción del votoen favor del PRI.
Y, mientras se posa la vista en Jalisco, donde el PRI y sus aliados del PRD
chuchista-padillista hicieron lo mismo que Peña Nieto a nivel nacional (con ríos
de dinero, mapachería y guerra sucia) para crear una victoria artificial de
Aristóteles Sandoval sobre Enrique Alfaro, ante un creciente enojo social en el
que también participan muchos jóvenes, ¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio
Astillero
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